La relación de Fabra y Barberá se rompió tras la decisión del presidente de investigar el escándalo
J. RUIZ VALENCIA El idilio que en septiembre escenificaron Rita Barberá y Alberto Fabra después de que la primera reventara la puesta de largo del presidente de la Generalitat en la cena de Benicàssim quejándose de la falta de cariño de la dirección nacional del PP a la organización valenciana ha durado poco. Las quejas de Barberá durante la reunión del partido y que a los pocos días hizo públicas ante los periodistas amagando con la posibilidad de irse a Madrid de diputada tuvieron un efecto inmediato. Por un lado desde la dirección nacional del PP que no tardó en hacer gestos para ofrecer a Barberá el «cariño» que reclamaba y, de otros, desde Fabra que en medio de la polémica hizo un hueco en su agenda para visitar el Ayuntamiento de Valencia y encontrarse con la alcaldesa. Los gestos de Fabra hacia la alcaldesa, cuya influencia en el Palau de la Generalitat con Francisco Camps de inquilino era clave, fueron más allá de las formalidades. En detrimento de Alfonso Rus, quien públicamente le echó un pulso para ampliar su cuota en la lista de diputados al Congreso, el presidente del PPCV amplió el peso de Barberá en la candidatura adelantando en puestos a su concejal Marta Torrado y situando como número dos a la exconsellera Belén Juste, muy cercana a la alcaldesa.
Sin embargo, el acercamiento se dinamitó con el caso Emarsa. La decisión de Fabra de permitir que el parlamento investigue el escándalo en la gestión de los lodos sentó como un tiro a la alcaldesa que había vetado la misma petición de la oposición en el Ayuntamiento de Valencia aduciendo que no quería participar de lo que consideraba un circo. Barberá es consciente que la investigación salpicará al Ayuntamiento que tenía el 46% del poder en la asamblea de la propietaria de Emarsa. La oposición solicitará que comparezca. Fabra sorprendió con este anuncio, sobre todo a Barberá. Poco después, Barberá y Rus comieron y arroparon a Camps en una de las sesiones del juicio.
El último episodio de desavenencias se ha producido a cuenta de la intención del Consell de cancelar el contrato con Ecclestone sobre el Gran Premio de Fórmula 1,un proyecto en el que Barberá se volcó cuando iba de la mano de Camps. «Los enredos, avisó Barberá, han vuelto al PPCV». Barberá advirtió ayer que hoy no se dejará preguntar en los actos previstos. No hay que alimentar la tensión.
EMARSA:
La `cloaca maxima´ de Pinedo
Como en la antigua Roma. Todos los colectores de la Roma imperial confluían en un único canal, la "cloaca maxima", al que las autoridades romanas mimaban conscientes de que su correcto funcionamiento evitaba olores y epidemias en su ciudad. En el área metropolitana de Valencia la "cloaca maxima" confluye en Pinedo, un lugar para depurar agua que se está revelando como el paraíso de las corruptelas.
Sin embargo, Pinedo, que nació de manos de Ayuntamiento de Valencia en 1981, con el primer plan de depuradoras de UCD, pasó pronto a manos privadas, siendo gestionada por la mercantil Searsa, hasta 1987, cuando se crea la empresa pública Emarsa, responsable desde entonces de su explotación y mantenimiento. En Valencia y en la Comunitat Valenciana gobernaba entonces del PSPV y "lo público" seguía teniendo buena prensa. El gobierno de Joan Lerma refuerza el papel de las diputaciones y crea el Consell Metropolità de l'Horta, que acaba asumiendo Emarsa (Aguas Residuales), por delegación del Ayuntamiento de Valencia en 1989, y Fervasa (Residuos Sólidos Urbanos).
Juan Hermoso, un economista del Ayuntamiento de Valencia, asumió la gerencia de ambas empresas. No solo compartían la dirección, sino también la administración. No recuerdo que fuéramos más de seis o siete personas las que llevaban todo aquello" recordaba Hermoso.
Por esa época, la depuradora de Pinedo entra dentro del juego de equilibrios del poder y son varias las "familias socialistas" que colocan sus peones en la empresa. En 1993, poco antes de la entrada en servicio de Pinedo II-la gran ampliación de la planta depuradora- eran 29 trabajadores en plantilla; bien pagados y con un convenio envidiable. Hoy superan el centenar y unos pocos son hijos o parientes de aquellos pioneros.
Sin embargo, el "gran salto" en personal se da en 1994, cuando Emarsa encaja la plantilla de 18 personas que operaba por cuenta de la constructora la ampliación de Pinedo II.
El "pacto del pollo"
Eduardo Zaplana gana las elecciones autonómicas de 1995 con mayoría simple y gracias al "Pacto del Pollo" -su acuerdo con Unión Valenciana-extiende su imperio por toda la Comunitat Valenciana. Zaplana acuña una frase, "Tranquilos, habrá para todos" y la cumple: deja Emarsa y Fervasa en manos de Unión Valenciana, cuyos directivos no pierden ni un segundo en colocar a su gente en ambas empresas. El estratega del desembarco es Juan Vicente Jurado, concejal por UV en el Ayuntamiento de Valencia que poco después ficharía por el Partido Popular, donde sigue como edil en la capital valenciana.
De la mano de Juan Vicente Jurado entra en Emarsa un gerente de Unión Valenciana, Vicente Úbeda. Jurado ficha como director económico financiero a Enrique Arnal, de la familia Arnal, a quien el edil acababa de comprar su empresa pirotécnica.
El 12 de septiembre de 1996, Jurado recibe críticas por esta contratación y se defiende en Levante-EMV. "Ese joven- en referencia a Enrique Arnal- fue contratado para hacer un trabajo para la depuradora. Lo acabó. lo ha cobrado ya esta". Sin embargo, la contribución de Arnal debió de ser extraordinaria, tanto que en contra de lo dicho por Jurado, permaneció en Emarsa 14 años más, hasta agosto de 2010. Hoy figura entre los querellados por un presunto delito de estafa, malversación de caudales públicos y delito societario.
En esa época desaparecen de escena los suministradores habituales de Emarsa con episodios rocambolescos como la contratación del jardinero particular de Jurado para cuidar del césped de la depuradora. El edil contrata también "porque en agosto estaba todo cerrado" a instalaciones eléctricas Gea Manuel , también de de Moncada, y propiedad del suegro de quien más tarde sería alcalde de Moncada y diputado, Juan José Medina. Desde 1996, de Gea lleva el mantenimiento del Colector Oeste y el alumbrado de la depuradora. En 2009 cobró 600.000 euros por este concepto.
Tras Jurado, llega el turno de Silvestre Senent, edil del PP en Valencia y hombre de confianza de Rita Barberá. Se contrata a un gerente, concejal del PP en Alaquàs, Miguel García Besó, y se crean cargos como el de jefe de Calidad, jefe de Compras, jefe de Contabilidad, jefe de Relaciones Externas... En cuatro años la plantilla se incrementó en 28 personas más y en mayo de 2001 llega a 92 trabajadores.
De esta época son las incorporaciones de Ignacio Martínez, Jefe de Compras en Emarsa y secretario general del PP en Trànsits, y del director de Administración, Santos Peral, secretario general del PP en Patraix. También ingresó en la empresa el ex edil del PP Juan Carlos Gimeno, director de Calidad, que más tarde abandonaría la depuradora para trabajar como asesor externo.
Con el tándem Senent-García Besó entran también como suministradores de Emarsa las cuatro empresas que la Fiscalía del TSJ investiga por cobrar servicios que presuntamente no se prestaron nunca o estaban "inflados" y contra las que se ha querellado también el Emshi.
Enrique Crespo-Esteban Cuesta
Miguel García Besó muere prematuramente después de haber disparado los costes de Emarsa. Sin embargo, la Generalitat sigue pagando puntualmente por cada metro cúbico de agua depurada que sale de Pinedo con el dinero que cobra a los ciudadanos y empresarios a través del canon de saneamiento. Sobra dinero o se aplica el axioma panameño de que para robar a lo grandes hay que invertir a lo grande. se proyectan grandes inversiones como la planta de secado de lodos.
El PP coloca al frente el Emshi al alcalde de Manises, Enrique Crespo y los costes, según los socialistas, se disparan mientras el Consell mantenía invariable su pago por metro cúbico.
Por entonces todo está repartido- o casi todo-. "Ese jinete ya tiene su caballo", se decía en la empresa para hablar del reparto de poder, parcelas y prebendas. Sin embargo el nuevo equipo del que el gerente Esteban Cuesta es la cabeza visible no solo no ataja la descomposición de la empresa, sino que la incrementa. La solución, explican las fuentes, estaba en los lodos. De la necesidad- hay que sacarlos todos los días de la depuradora- , virtud -podían generar mucho dinero B de incierto destino.
Dicen quienes conocen la empresa que en los lodos podría estar "la madre de todas las corrupciones". Emarsa pagaba a Notec por un tratamiento especial que nunca recibieron los lodos, esparcidos por la campiña requenense, pero al mismo tiempo liquidaba 15 millones de euros con tres empresas de Barcelona ajenas a la gestión de residuos. Buscarlos e intentar recuperarlos será una de las misiones prioritarias de Hacienda y la Fiscalía.
Estalla la crisis
Paradójicamente es la crisis económica quien hace estallar la burbuja de Emarsa. Mientras hubo agua que depurar y una Generalitat que pagaba puntual y generosamente, el derroche permanente de Emarsa no se notó. Las cuentas cuadraban. Nadie preguntaba.
Con la crisis, los valencianos consumen menos agua, que nunca llega a la depuradora, y los empresarios vierten menos al Colector Oeste. Los ingresos de Emarsa caen dramáticamente, tanto como los metros cúbicos de agua sin depurar, mientras los gastos sin justificar están en pleno apogeo. Aparece el déficit de 17 millones de euros y llegan los nervios. El interventor y el secretario del Emshi, habilitados nacionales y poco amigos de componendas, se plantan y exigen la información que hasta ese momento se había negado a la oposición y de la que carecía, incluso, el presidente del Consejo de Administración Enrique Crespo, según asegura él mismo.
El resto es historia reciente . El Emshi, alarmado, decide liquidar la empresa y trasladar la gestión de la depuradora a la Entidad de Saneamiento (Generalitat Valenciana), que pone la instalación en manos de Aguas de Valencia, Sociedad de Agricultores de la Vega y Depuración de Aguas del Mediterráneo. La entidad metropolitana se niega a pagar las facturas pendientes e investiga su origen, anula los superpoderes del gerente y cesa en sus cargos al director económico-financiero. La veda se ha abierto. Cada día se desvela una irregularidad o un acto de nepotismo hasta ahora ocultos a la sociedad valenciana tras la carísima valla de Emarsa. Los tiburones ya huelen la sangre.
Una instalación estratégica en la
C. Valenciana
La depuradora de Pinedo recibe todos los días miles de metros cúbicos de aguas residuales de la ciudad de Valencia y de las poblaciones y polígonos industriales situados al oeste de la Albufera. Durante años, la superposición entre el alcantarillado moderno y las antiguas redes de riego hizo que el volumen de aguas residuales que llegaba a la planta valenciana estuviera muy por encima del vertido de una ciudad de 700.000 habitantes. En realidad, Pinedo se diseño inicialmente para tratar una especie de agua "sucia" que llegaba por las acequias. El agua era sometida a un tratamiento primario y bombeada a través de un emisario submarino a un kilómetro de la costa de Pinedo. Sin embargo, la carga contaminante de las aguas fue creciendo conforme se cerraban acequias y Pinedo asumía los caudales bombeados desde el colector Oeste, un "cinturón sanitario" diseñado para proteger a La Albufera de los vertidos industriales que llegaban al lago. La exigencia de depuración creció y Pinedo también, incorporando una línea de tratamiento secundario. Se redujo el agua enviada por el emisario- un derroche en una comunidad que reivindica trasvases- y se invirtió en una línea de tratamiento terciario que permite ahora enviar el agua sin apenas nutrientes para regenerar la Albufera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario