Sonrisas de Bombay

viernes, 30 de diciembre de 2011

Como denunciar si no te devuelven la fianza

Una Odisea contra la inmobiliaria: Finques Pedralbes S. A. de Barcelona
http://www.finquespedralbes.net/

en Valencia, se esconden bajo el nombre de Ibupe Rehabilitación S. A.

Llevo más de un año pagando un alquiler a esta inmobiliaria, y en principio todo te lo pintan muy bien, aunque en el contrato ya aparece el primer pero: "si te vas antes de un año por lo que sea, estas obligado a pagar el alquiler hasta que cumplan 12 meses". Por eso mucho cuidado con lo que se firma con este tipo de empresas.

Después de un año nos enteramos, de casualidad, de que el piso donde vivimos que creíamos en propiedad de dicha empresa, desde hace más de 6 meses ya no era de su propiedad se había subastado y ahora pertenecía a un banco, pero mientras tanto esta gente siguió cobrándonos alquiler sin notificarnos nada. Aquí empezamos a desconfiar un poco y decidimos cambiar de piso, lo notificamos y nos surge la duda de no pagar el último mes del piso, y que se queden con la fianza que les dimos antes de entrar. Aunque al final decidimos confiar..., y justo en ese momento empezó la odisea... de en una semana te devolvemos la fianza, pasamos a no obtener ningún tipo de comunicación con esta gente, nunca estaban, desaparecen todos, entonces después de innumerables llamadas empezamos a pensar que no nos van a devolver la fianza (500 euros)

Ante esta situación uno no sabe que hacer, así que pensamos en poner una reclamación en Consumo, los cuales nos dicen que no nos aseguran nada... entonces buscando en internet di con la solución después de 2 meses de espera:

Para denunciar sin necesidad de abogado en el caso de los morosos,  en Valencia:


¿Cómo cobrar tus deudas rápidamente? Decanato de los Jdos. de Valencia


Debes saber que la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil, que entró en vigor el 8 de enero de 2001, permite que en algunos casos, el ciudadano pueda acudir por si mismo al Juzgado para reclamar deudas, sin necesitar necesariamente de un Abogado y Procurador, y presentar la demanda ante el Juzgado rellenando un sencillo impreso que te proporcionamos. Estos casos son:






En el caso de la ciudad de Valencia, el impreso hay que presentarlo en ...
Mostrador del Registro Único de Entrada (RUE)
Ciudad de la Justicia
Avda. del Saler, 14 - 46013-Valencia
Tlf.: 96 192.70.47
Decanato de los Juzgados de Valencia

 Ultima actualización: 04/11/11



Pero antes de denunciar se me ocurrió enviarles el siguiente mail:
-------------------------------------------
Hola,
Soy tal tal, de la dirección del piso en alquiler

Os recuerdo que ya hace más de un mes y medio de que devolvimos las llaves del piso, no entiendo por qué no contestan mi mensajes, no cogen el teléfono, y por qué nadie se digna a explicarnos por qué no se nos devuelve la fianza. Ante tanto mutismo, entiendo que no teneis intención de devolvernos los 500 euros que dejamos como fianza antes de entrar al piso.

Por lo tanto y ante la imposibilidad de establecer una comunicación con ustedes,
no veo otra salida que denunciar ante el juzgado, nosotros hemos cumplido con el contrato, solo pedimos que se nos devuelva lo que es nuestro.

Les informo de que vamos a proceder a poner la demanda pertinente contra ustedes.
Estoy seguro de que esto se podría resolver fácilmente, pero como os negais a contactarnos, vamos a demandar lo que es nuestro legalmente.


nombre del demandante
e-mail
teléfono
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y al fin! después de un par de días nos habían devuelto el dinero. 


Espero que os sirva de ayuda si os encontráis en la misma situación.

viernes, 23 de diciembre de 2011

los recortes de derechos sociales y laborales como consecuencia de la presión de los mercados financieros

Artículo publicado en PÚBLICO por Vicenç Navarro. 22 de diciembre de 2011.
Este artículo critica el argumento ampliamente reproducido en los fórums políticos y mediáticos de mayor difusión del país que explican los recortes de derechos sociales y laborales como consecuencia de la presión de los mercados financieros. El artículo señala que no son los mercados financieros sino las alianzas establecidas tanto en España como en Europa entre las burguesías financieras y su complicidad con los estados. El artículo concluye que si los estados quisieran podrían controlar los mercados financieros y el que no lo hagan se debe a la excesiva influencia que aquellas burguesías financieras tienen sobre los estados.
Cuando el Gobierno Zapatero afirmaba que tenía que llevar a cabo las políticas de reducción de derechos laborales (como debilitar los convenios colectivos) y sociales (como alargar la edad de jubilación, congelar las pensiones o recortar el gasto público social) como consecuencia de la presión de los mercados financieros, estaba, en realidad, intentando externalizar la responsabilidad de desarrollar unas políticas altamente impopulares. Algo semejante ocurrirá ahora con el Gobierno Rajoy. En ambos casos, los ejecutivos nos dicen que no son ellos sino los de fuera, es decir, los mercados, los que mandan mientras que los gobiernos no tienen otra alternativa que desarrollar tales políticas.
Con la ayuda de los mayores medios de información y persuasión del país, los gobiernos intentan presentar tales políticas como determinadas por fuerzas exteriores sobre las cuales tienen poquísima capacidad de influencia. El gran argumento, que justifica tales políticas, es que son necesarias para “dar confianza a tales agentes externos: los mercados financieros”. En otras palabras, hay que reducir el déficit y la deuda pública, y hay que reducir los salarios y debilitar a los sindicatos a fin de calmar a los mercados para que estos presten su dinero al Estado español, permitiéndole con ello poder pagar sus gastos. El problema con este esquema político-intelectual es que cada uno de los postulados sobre los que se basa es erróneo, es decir, los datos empíricos no lo sustentan. Veámoslos.
En primer lugar, no son los mercados financieros, sino principalmente los bancos, las compañías de seguros y los fondos especulativos españoles (el eje de lo que se llamaba antes la burguesía financiera, término abandonado en el lenguaje político-mediático actual por considerarlo “anticuado”) los que poseen casi la mitad de la deuda pública española. La mayoría de la otra mitad la poseen bancos, compañías de seguros y fondos especulativos europeos, gran número de ellos relacionados con los mismos fondos españoles. Sólo una mínima parte la poseen entidades financieras extranjeras (es decir, de fuera de la Unión Europea).
Los “mercados financieros” son, pues, básicamente nuestras instituciones financieras (españolas y europeas). Utilizo el término “nuestras” para indicar su identificación político territorial, pues de nuestros –en el sentido de posesión por parte de la mayoría de la población– tienen poco. Están controlados por un número pequeñísimo de personas (los gerentes, gobernadores y accionistas), menos del 0,1% de la población, que se benefician enormemente de que el Estado español tenga que pagar hasta un 7% de interés para conseguir dinero prestado de los bancos a los cuales el Estado debe pagar, dinero que procede de los recortes de gasto público en pensiones, sanidad, educación, escuelas de infancia, servicios domiciliarios a las personas con dependencia, entre otros. Las clases populares de España, que son las más afectadas por estos recortes, tienen que apretarse el cinturón para que el Estado pueda pagar a nuestra burguesía financiera, a la cual, por cierto, nuestro Estado ha ido reduciendo sus impuestos y ayudándola, prestándoles millones y millones de euros para que no colapsaran el sistema financiero como resultado de sus prácticas especulativas (y muy en particular en el sector inmobiliario) al estallar la burbuja del ladrillo que ellos crearon.
Pero, por si no fuera poco, tal burguesía financiera, tanto española como europea, ha recibido una enorme cantidad de dinero del Banco Central Europeo (BCE), que es una institución pública (sus dirigentes son nombrados por los estados de la Eurozona, incluido el Gobierno español), que está en la práctica controlado por nuestras (españolas y europeas) instituciones financieras. El BCE imprime millones y millones de euros y los da (bueno, dar, dar, es un decir, aunque los intereses son ridículamente bajos) a los bancos, los cuales, con este dinero, especulan y compran deuda pública a unos intereses desorbitados.
El segundo supuesto erróneo es asumir que no hay otra alternativa a la dependencia que los estados tienen de la banca privada. Ello no es cierto. El Estado puede generar recursos a base de, por ejemplo, incrementar, en lugar de bajar, los impuestos a la banca, a las rentas del capital y a las rentas superiores. Y el BCE, en lugar de dar dinero a la banca, se lo podría dar a los estados para comprar su deuda pública a los mismos intereses que se los da a la banca. Pero no lo hace, con lo cual el Estado tiene que pedir prestado a la banca. Un círculo virtuoso para la banca y desastroso para los estados. Pero las cosas han empeorado todavía más porque cuando por fin el BCE ha comenzado a enviar dinero a los estados comprando su deuda pública, el BCE (que es el lobby de la banca) ha impuesto unas condiciones draconianas, que se resumen en un ataque frontal a las clases populares y a su Estado del bienestar.
No son, pues, los mercados financieros, sino nuestra burguesía financiera, aliada con la burguesía financiera europea, quien está controlando nuestras instituciones públicas, las mismas que nos dicen que no hay alternativas. Y para el máximo abuso, nuestros representantes políticos en su última reunión en Bruselas, quieren ahora asegurar a los bancos (para darles, incluso, más confianza) que estos nunca, repito, nunca, perderán dinero. Es decir, que los estados les deberán pagar siempre el dinero que supuestamente les deben. Y todo ello se presenta con el argumento de que no hay alternativas.
Pero sí que hay alternativas. Los estados pueden controlar a los bancos, en lugar de ser al revés, estableciendo, por ejemplo, bancos públicos. Y pueden cambiar al BCE poniéndolo al servicio de la población y de la economía productiva, y no al servicio de la banca. Que no lo hagan se debe, no al poder de los mercados, sino a la excesiva influencia política y mediática de nuestras burguesías financieras.

Si no obedeces, dicen que tienes dificultades de aprendizaje

Extraido del blog:  Todo sigue igual

DIFICULTADES DE APRENDIZAJE S.A. (I)

En educación, como en cualquier otra faceta de la vida, se puede ver el vaso medio lleno o medio vacío. E igualmente una u otra visión condiciona la actitud y, sobre todo, la forma de actuar, aunque ésto no siempre sea matemático (afortunadamente los seres humanos somos impredecibles y poseedores de facetas muy diversas condicionadas por el rol que adoptamos en cada momento).
Mi especialidad dentro de mi campo de trabajo, la educación, es la educación especial, mal llamada Pedagogía Terapéutica, y aunque llevo más de una década sin trabajar en centros de educación especial, mis alumnos son los que más dificultades tienen para seguir el currículum ordinario. Tal vez debido a mis inicios en centros específicos, o a mi forma de ver la vida, o a ambas cosas, o a ninguna de ellas, lo que más me interesa de los chavales con los que trabajo es aquello que queda por hacer y los avances, pocos o muchos, conseguidos hasta el momento (tal vez esto último sea una forma de reforzar al crío y a mi mismo). Esta forma de plantearme las cosas me hace considerar algunos de los "problemas" considerados como reseñables por parte de ciertos compañeros como auténticas imbecilidades.
Antes de continuar me gustaría aclarar que mi visión de la persona, de su personalidad, de sus manifestaciones, de su vida escolar, está ligada al modelo interaccionista (el resultado de lo que somos es una suma entre los genes y el entorno), donde el entorno aporta más al resultado final que los genes, salvo en ciertos casos evidentes donde la genética marca todo. El ejemplo típico es el sindrome de Down, una trisomía, tres brazos, en el cromosoma 21.

El sentido de dicha aclaración no pretende más que mostrar al lector el porqué de mi punto de vista: si el ambiente influye en lo que somos, trabajando de manera correcta sobre lo que nos ha formado, sobre las conductas que no son innatas, tendremos una expectativa razonable de que, en este caso, los alumnos adquieran nuevas habilidades.
Pero volvamos a los problemas que considero auténticas imbecilidades. Me llegan consultas y peticiones de todo tipo: "fulanito lee mal", "menganita escribe de pena", "Mari Loli contesta siempre mal a las preguntas", "Rigoberto tiene flatulencias cuando trabajamos Lengua".
Bien, ¿tú qué has hecho? "Le mando leer en casa", "la pongo a hacer caligrafía", "la digo que estudie", "la pongo un tapón en el culo".
Lo primero que a uno le gustaría preguntar al personal es qué consideran normal, ¿por qué ese niño se sale de la norma? En algunos casos es evidente; en otros no tanto. Resulta curioso que cierta gente, niños, que no saben hacer la o con un canuto sean capaces de dominar mejor que muchos de nosotros las posibilidades y el funcionamiento de multitud de programas informáticos, sean capaces de comprender mensajes complicados, leídos en su ordenador o, lo más gracioso, interpreten mensajes en inglés que advierten sobre el mal funcionamiento de dichos programas. Este mismo ejemplo, el de las discrepancias entre el rendimiento escolar y el desenvolvimiento en su vida diaria, podría ser el que ocurre cuando tipos que, en teoría, leen fatal son capaces de aprobar a la primera el examen teórica o el de un amigo, que sé que sigue este blog, que era un "zote" para los estudios, pero no tuvo ningún problema en aprobar a la primera una oposición.
Podríamos hablar de las diversas inteligencias que el Premio Príncipe de Asturias, Howard Gardner, postuló como parte de nuestro funcionamiento cognitivo. Pero no nos vamos a perder en teorías, demostrables o no.
Podríamos, de igual manera, hablar de un sistema educativo bastante esclerotizado, más centrado en recalcar todo aquello que se sale de la norma, especialmente por debajo, a los que se salen por arriba se les suele, por lo general, obviar, que en analizar las causas y los pasos para erradicar la problemática. Y aunque no era  mi primera intención, lo vamos a hacer antes de profundizar en otra cuestión: el negocio de la educación especial o, mejor dicho, de las dificultades de aprendizaje. Aunque tal vez vaya íntimamente ligado y sea imposible separar lo uno de lo otro.


Comencemos por la "pesadumbre" que genera entre parte de la docencia los niños que presentan problemas, problemas que deben llevar incorporados, a ser posible, con etiqueta y código de barras. Partamos del hecho de que este tipo de alumnos son más fáciles de encontrar en centros públicos que en los privados-concertados, como demuestran las estadísticas que año tras año se publican al respecto. Pero bajemos a lo terreno, al día a día.
Primero debo aclarar que no todo el mundo dedicado a la docencia es igual, hay de todo como en botica y, evidentemente, yo no soy el mejor, ni mucho menos, de todos los que se dedican a este asunto. Pero si tengo claras algunas cuestiones:
  • El concepto de normalidad y anormalidad es totalmente subjetivo.
  • Para solucionar un problema lo peor que se puede hacer es obsesionarte con poner nombre a dicho problema y aferrarse a la etiqueta como algo definitivo e inamovible.
  • Lo importante es diseccionar el problema, con el objetivo de comprender todos los procesos necesarios para adquirir los aprendizajes, y ver cuales de ellos no realiza el alumno en cuestión.
  • Los procesos no van ligados, necesariamente, con lo que conocemos como inteligencia, contenidos educativos ni milongas por el estilo. En muchas ocasiones damos por supuesto que los alumnos saben hacer cosas, generalmente mediadoras entre los contenidos presentados y el aprendizaje, que no son capaces de realizar. Por poner un ejemplo: resulta sorprendente que muchos alumnos no "sepan escuchar" las instrucciones y pregunten sistemáticamente antes de que se termine o que directamente, ante órdenes sencillas, no sean capaces de repetir algo que se les acaba de repetir y que no han escuchado (serían capaces de comprenderlas porque cuando se les anticipa que recibirán un premio si hace bien una actividad y luego se les da las instrucciones su comprensión mejora milagrosamente). A muchos de estos alumnos se les cataloga como "cortitos".
  • Lo importante en un principio no es tanto la meta como el proceso. Desarrollar habilidades que limitan la capacidad de adquirir los contenidos es tan importante como adquirirlos.
  • Los logros del alumno, sean muchos o pocos, se han de valorar siempre, valorando de donde se partía y, muy importante, como se aprende (la motivación, la autonomía adquirida...).
  • La motivación intrínseca es el mejor arma para que los alumnos aprendan. La consecución de dicho tipo de motivación es también labor del docente.
  • Y, por último, y troncal, todo ser humano es capaz de aprender.
Resulta evidente que en un colectivo tan grande hay de todo, pero a uno le llama especialmente la atención cuando ciertos profesionales se preocupan por aquello que no funciona, obviando lo que funciona (todo el mundo tiene cosas positivas, que en el caso de los alumnos deben servir de punto de partida para trabajar). Si alguien considera que todo es inamovible, al menos en cierto tipo de alumnos, ¿para qué narices se dedican esas personas a la educación?
Me gustaría concluir esta primera parte dedicada al asunto de la educación con una extraña teoría propia, y por tanto muy personal, seguramente equivocada. Para continuar debo explicar algo para que todos los lectores comprendan dicha teoría.

Los humanos tenemos una cosa que se llama metacognición, que para unos es la capacidad de ser conscientes de que somos conscientes y para otros responde a un proceso que consiste en lo siguiente: ser capaces de definir un problema a resolver, barajar las opciones más adecuadas para resolver dicho problema, optar por una opción y ponerla en práctica, por último, evaluar si dicha opción elegida y su puesta en práctica ha solucionado la cuestión, si no es así se puede volver al segundo paso.
Para explicar mi teoría nos quedaremos con la segunda definición, la procedimental, que, curiosamente, iría como un guante para definir lo que se denomina inteligencia, al menos según diversos autores (parece que existe un cierto consenso en definir inteligencia como al capacidad del ser humano para resolver problemas o cuestiones que se le plantean en cualquier momento de su vida). Lo que desde hace tiempo quiero explicar en este blog, no es otra cosa que lo siguiente: muchos niños que fracasan escolarmente, no hablemos ya de adolescentes, no fallan, no tienen un problema, en capacidad intelectual (su memoria o en la capacidad de aplicar los conocimientos en contextos diferentes), su mayor problema reside a la hora de valorar e implementar opciones para desarrollar adecuadamente las tareas académicas, y no por su "cortedad"; más bien por falta de "entrenamiento" en dichas habilidades. La capacidad de trabajar de manera autónoma, la capacidad de apreciar que es más importante el trabajo bien hecho que la velocidad, la capacidad de escuchar, la capacidad de leer para comprender... todo ello se puede trabajar, pudiendo conseguir en muchos alumnos que adquieran esos hábitos básicos de trabajo. Hábitos que con el tiempo se deberán automatizar, ocupando muy poco lugar en la memoria de trabajo, dejando ese espacio en dicha memoria para los contenidos meramente académicos*.
No voy a valorar aspectos emocionales o motivacionales de los alumnos, ocuparía otra entrada, que puede realice otro día, para completar lo tratado hoy. Lo que me interesaba era exponer la teoría que desde hace tiempo guía mi trabajo y que espero haber sido capaz de conceptualizar de manera correcta.
Mañana hablaré del negocio en que se han convertido las dificultades de aprendizaje, las reales y las ficticias.
Un saludo.

* La memoria de trabajo, al menos según lo estudié yo, es un tipo de memoria que realiza, aproximadamente, siete operaciones distintas de manera simultánea (esa es su capacidad), cada vez que abordamos una tarea. Si tenemos automatizados ciertos procedimientos tendremos más espacio en dicha memoria. Por ejemplo, cuando aprendemos a conducir todo nuestro cerebro está ocupado en saber cuando tenemos que cambiar, en pisar el embrague para que no se nos cale, mover la palanca de cambios... Sin embargo, cuando llevamos dos o tres años conduciendo no pensamos ya en cambiar la marcha mientras lo hacemos. Pensamos en cambiar el Cedé, en el pedazo Mercedes que nos acaba de adelantar y la pinta de gilipollas de su conductor... Eso es porque lo de cambiar ya lo tenemos automatizado y no ocupa apenas espacio en nuestra memoria de trabajo.

DIFICULTADES DE APRENDIZAJE S.A. (II)

Si ayer hablábamos de mi visión, acertada o equivocada, sobre la realidad educativa, referida en especial a los alumnos que por fas o por nefás son considerados como más "torpes", hoy pretendo transmitir una visión, la mía, creo que bastante objetiva, sobre como aborda el sistema, especialmente el editorial y, por ende, una parte del sistema educativo la cuestión. Pero para ésto tal vez debamos cruzar el charco y conocer algo del pasado sobre las dificultades de aprendizaje.
Hace unas décadas, cuatro o cinco, surgió un concepto en el país de Obama para definir a los alumnos que tenían dificultades para seguir el currículo ordinario y que no tenían algún tipo de discapacidad. Dicho concepto, dificultades de aprendizaje, trascendió del mundo profesional y se hizo bastante popular.

¿En que consistían dichas dificultades de aprendizaje? Ni más ni menos que en un cajón de sastre, en él que cabía todo y en el que cosas bien distintas llegaban a llamarse igual. No sólo eso. Las dificultades de aprendizaje acabaron convirtiéndose en un tremendo agujero negro que engullían a muchos niños para no salir nunca de ellas. 
¿Quiénes tenían dificultades de aprendizaje? Todos aquellos que presentaban dificultades, del tipo que sea y que no estaban generadas por una discapacidad. Es indispensable, de igual manera,  que dichos alumnos tengan problemas significativos para seguir el currículo ordinario.
¿En qué derivó todo éste embolado? En un tremendo negocio para personas, instituciones y editoriales. En un país donde lo privado es la madre del cordero proliferaron las instituciones y expertos en el tema que, obviamente, sacaron tajada del tema.


Entre los que pillaron cacho del asunto hubo alguno que buscó causas orgánicas y las encontró, o eso pareció. Una presunta disfunción cerebral mínima era la causante de todos los males de aquellos niños tan "diferentes" a la hora de aprender. ¿Qué era la disfunción cerebral mínima? Cuando yo estudié era un algo indemostrable que, presuntamente, estaba en el cerebro, pero nadie lo había visto nunca, ni sabía nada en concreto del asunto. En definitiva, la causa de las presuntas dificultades podía ser una disfunción cerebral mínima,  un catarro mal curado o un atracón de chorizo ibérico.
En definitiva, se trataba de un posible trastorno orgánico, cerebral más concretamente, que nadie conocía ni podía demostrar, pero que servía para justificar multitud de problemas de aprendizaje tan diferentes unos de otros como podemos ser yo y Belén Esteban (al menos eso creo, que somos muy diferentes). Cabían en este cajón los problemas de lectura, algunos orales, los relacionados con los relacionados con las matemáticas y algúnos problemas de otro tipo, incluido alguno conductual y algún otro relacionado con la atención y curiosamente la etiología de todos era algo no demostrable en ese momento. Curioso, e interesado. Interesado porque los "trastornos orgánicos" se pueden convertir en perpetuos por el mero hecho de tener un origen orgánico. El negocio ya tiene nombre, causa y justificación. Además, uno tiene la impresión de que clasificaciones utilizadas en todo el orbe para determinar los posibles trastornos, especialmente las DSM en sus diferentes versiones, ayudaron a crear este limbo educativo y moral, pues definían ciertos trastornos relacionados con la educación, dejando una manga muy ancha para incluir a los niños en los mismos. Me explico. Los criterios para decidir que un alumno tiene por ejemplo, un trastorno de la lectura, dislexia, son tan amplios que muchos niños cabrían allí (de hecho cuando se aplican a rajatabla los criterios diagnósticos de estos manuales el índice de niños que se salen de la norma por "padecer" uno u otro problema, da igual que sea de lectura, escritura, atención, ansiedad... es sospechosamente alto). De hecho algunos de los mejores expertos de este país no consideran que una parte significativa de los niños diagnosticados como disléxicos lo sean.
Pero volvamos a España y veamos en que se tradujo toda esta movida.
A pesar de que a mediados de los años 80 se empezó a hablar de integración y de curriculum común la proliferación de materiales especializados para alumnos con dificultades de aprendizaje. Materiales totalmente descontextualizados, en los que el alumno trabaja insistentemente sobre unos prerrequisitos, que en muchos casos ya tenían adquiridos. Para trabajar la escritura había que hacer trazos de todo tipo y condición que llevarían inevitablemente al dominio de la grafomotricidad, siempre que el niño o acabara hasta los genitales o más arriba y empezara a pasar de todo. Yo me imagino lo que pasaría por el cerebro del pequeño: "además de que me consideran tonto, me tienen todo  el día haciendo estupideces repetidas hasta la saciedad".
Había, y hay, materiales "específicos" de todo tipo y condición: para la memoria, para la atención, de discriminación visual,  los que sirven para  explicar la realización de tortillas de patatas dirigidos exclusivamente a alumnos fracasados...


¿Materiales específicos? Sí, específicos para no conseguir nada. Alguien se cree que la atención se puede trabajar mejor con un ficha en la que hay que recorrer un camino de puntos que diciendo que la pa se le pa y la puede encontrar en la palabra papá (perdón por lo simple del ejemplo, pero creo que ilustra a la perfección lo que quería exponer). ¿Qué es más "normal" y ,sobre todo, más funcional? A pesar de todo alguien podrá alegar que no son capaces de aprender a un ritmo normal. Pero desde un punto de vista práctico, y moral, podemos plantearnos lo siguiente:

  •  Tampoco va a mejorar la atención porque haga cinco mil fichas y, seguramente, el alumno encontrará más sentido a adquirir cierta conciencia fonológica, totalmente funcional, que a realizar fichas sinsentido una y mil veces. 
  • Resulta mucho más útil aprender a leer y escribir, aunque sea a un ritmo lento, a su ritmo, que unir puntos siguiendo una flechita.
Además de todo estos materiales específicos, tan útiles y tan frecuentes en las clases de Pedagogía Terapéutica en este país han proliferado gabinetes especializados en todo tipo de problemas escolares que, con cierta frecuencia, tratan a niños durante años sin mejorar significativamente la problemática del alumno. Cuando uno contempla todo este panorama se acuerda de un profesor que tuvo en la Universidad que, aunque era experto en discalculias, trabajaba también con personas con dislexia y recuerdo como nos contaba que las dislexias de verdad no desaparecían nunca y lo sabía porque una persona a la que había tratado del asunto, con las mejoría necesaria para poder seguir su vida académica, se lo había confirmado cuando había acabado su carrera universitaria, a pesar de su dislexia.
Siento si en determinado momento me he puesto excesivamente profesional o técnico, creo que no ha sido así, pero ciertas cosas no sé contarlas de otra forma.
Un saludo.

La iglesia por encima de la constitución

 
ilustración de Manel Fontdevila   El juramento
Si a los mandamases de la iglesia los eligiese el pueblo serían algo mas creibles, solo algo. Pero hoy en día la alta cúpula de la iglesia apesta a rancio, sus ideas anticuadas machacan a la democracia... es una pena que todavía andemos así de ciegos ante lo evidentemente inútil de este grupo de aprovechados. No entiendo que pinta una cruz y una biblia en el juramento de los ministros y presidente, está claro que están del lado de la iglesia, pero me parece una falta de respeto a los españoles que queremos (como bien dice la constirución) un país aconfesional.