viernes 30 de marzo de 2012
La huelga (II). El cojo Manteca. ¿Cuántos cojos Manteca va a crear el ministro Wert?
Ayer,
 contaba yo por aquí que, al pensar en la huelga, me había venido a la 
cabeza, irresistiblemente, la secuencia aquella, una de las más 
impresionantes que he visto, de la película “Al volver a la vida”, de 
Byron Haskin, en la que Burt Lancaster destroza todo lo que hay en el 
despacho de Kirk Douglas, ante la cínica mirada de éste, porque el 
personaje de Kirk se niega a darle lo que aquél cree que ha ganado con 
sus 14 años de prisión, protegiéndole, mientras el otro se enriquecía, 
como hizo esa clase media que ahora se niega a devolverle a los 
trabajadores, siquiera sea con su apoyo, todo lo que les debe.
 Ayer,
 también, yo, con mis 83 años, mi cojera y mi muleta, y mi mujer con sus
 81 y su alzheimer, nos unimos a la manifestación huelguística en la 
calle  Mayor de Cartagena y participamos en ella, unos 60 metros.
No
 fue mucho, efectivamente, pero a mí me dio tiempo a llorar de alegría 
como no había llorado nunca antes. Sólo se me ha quedado en la memoria 
uno de los gritos: “Rajoy, bandido, estás perdido”.
 Pero
 el quid esta vez reside en mi muleta, que me llevó de la mano a aquella
 manifestación de estudiantes en enero de 1987, en la que el cojo 
Manteca, destrozó con la suya el cartel del Metro de Banco de España y 
un reloj-termómetro que había también por allí.
 ¿Por
 qué mi mente relacionó automáticamente mi breve andadura por la 
manifestación con la virulenta actuación de aquel pobre muchacho que, a 
consecuencia de unas descargas eléctricas de alta tensión, había perdido
 una pierna y seguramente mucho más puesto que fue de cárcel en cárcel 
hasta morir de sida en un hospital de Orihuela e incinerado su cadáver 
en Torrevieja?
 Creo que fue por mi muleta y la soterrada violencia que de aquellos pacíficos manifestantes emanaba.
 Ah,
 la violencia. Hay muchas clases de violencia si por ésta entendemos la 
privación por la fuerza a alguien de aquello que por derecho le 
pertenece. Y la fuerza puede ser activa, operante, en cualquier momento,
 pero también y, sobre todo, pasiva, estructural, quieta y aparentemente
 inactiva.
 Para
 mí, que estoy loco y que lo sé, hay mucha más violencia, pasiva desde 
luego, en privar al cojo Manteca de su derecho a una vida decente, que 
la que él ejerció rompiendo el cartel del Metro y el reloj, él creía que
 tenía derecho a vivir como los demás, y que quien se lo impedía era 
precisamente aquello que podía leerse en el cartel de la Estación del 
Metro del Banco de España. E hizo en aquella situación lo único que 
podía, la emprendió a muletazos contra aquellos artefactos que no eran 
sino el símbolo de lo que él creía que tanto lo oprimía. Violencia 
física, activa, contra violencia estructural, institucional, 
aparentemente pasiva pero mucho más dura y efectiva que aquella otra. 
 Él
 acabó visitando muchas  cárceles, el gobernador del Banco de España, 
Mariano Rubio, sólo visitó una cuando lo condenaron por evasión fiscal.
 ¿Qué
 fue, qué era más dañino para la convivencia social de todos los 
españoles, el cojo Manteca destrozando un rótulo luminoso y un reloj, o 
el hombre que dirigió una de las instituciones básicas de nuestra 
economía y que no tuvo reparo alguno en defraudar ese mismo Tesoro que 
el teóricamente administraba? ¿Era, fue violencia, la actitud de Mariano
 Rubio, estafando gravemente a nuestra sociedad, o sólo fue un acto tan 
pasivo como delictivo? ¿Cuál de ambas conductas era más peligrosa, más 
dañina para la sociedad española?
 ¿Qué
 será más dañino para nuestra actual sociedad, que Rajoy siga 
suprimiendo las conquistas sociales que millones de españoles 
consiguieron que se instituyeran con su sangre, su sudor y sus lágrimas,
 con sus miles de horas y de días en las negras mazmorras de la más 
fascista de las represiones, algunos incluso siendo fusilados una triste
 mañana, al amanecer, por los esbirros de un capitalismo tan poderoso 
como ciego, o que yo hubiera roto con mi muleta de aluminio el cristal 
de la puerta de una entidad bancaria junto a la que pasé, en esos 60 
escasos metros en los que estuve en la manifestación, mientras lloraba 
de alegría al comprobar que el pueblo, mi pueblo, la gente, mi gente, no
 estaban muertos ni mucho menos sino tan sólo, desnortados, sin 
auténticos líderes que dirigieran su tarea?
 Tal
 vez yo sea un delincuente potencial y no lo sepa, tal vez me equivoque 
cuando pienso que habría que decirles de alguna manera a los Bancos que 
no estamos de acuerdo cuando desahucian a la gente a la que han engañado
 con sus canallescas hipotecas ni cuando se han quedado con los ahorros 
de toda una vida entregándole a cambio a los ingenuos ahorradores el 
título de unas obligaciones preferentes que no obligan al Banco a nada 
si él no reparte beneficios, lo que depende únicamente de la libre 
voluntad de su consejo de administración, un robo impune, como 
fácilmente se deduce, una estafa legal que puede llevar a esos viejos e 
ingenuos ahorradores hasta el suicidio.
 Pero
 a Botín, el presidente del mejor Banco de España, el TS lo ha absuelto 
ya varias veces, mientra que el Cojo Manteca estuvo en muchas de las 
cárceles de España. Sí, hay muchas clases de violencia.
 
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