Hablemos de la representatividad de nuestros políticos
Desde que escribí, para qué negarlo, el exitoso post “Estrategias del poder para desprestigiar movimientos sociales: el caso #parlamentcamp” han pasado dos días, pero el debate ha sido tan intenso que me parece que ha pasado un mes. He leído todos sus comentarios, muy interesantes por cierto, y he estado debatiendo en twitter con personas que no estaban de acuerdo con muchas de mis afirmaciones.
También, por todos los medios hemos escuchado la santidad de la representatividad de nuestros políticos elegidos en las urnas. Son los auténticos representantes de la ciudadanía. Pero yo me pregunto: ¿hasta qué punto? Me centraré en el Parlament de Catalunya, pues los hechos acontecieron ahí.
Puesto que formé parte de las listas de Pirata.cat en las pasadas elecciones autonómicas catalanas del pasado octubre de 2010, conozco la experiencia de primera mano. Pero primero comencemos por los números. Y coloquémoslos de una manera diferente a la oficial. Los que digáis que estoy manipulando los datos a mi antojo, ahorráos los comentarios, por favor.
Según la Viquipèdia, los resultados de las elecciones autonómicas catalanas de 2010 fueron estos:
Ciudadanos con derecho a voto: 5.363.356 (Total)
Votantes: 3.135.764 (59,95% del total)
Luego, los votos se dividieron en:
A candidaturas: 3.021.706 (56,34% del total)
En blanco : 92.331 (1,72% del total)
Nulos : 21.727 (0,41% del total)
Entonces, el Parlament, se compuso de los siguientes partidos:
CiU: 1.198.010 (22,33% del total)
PSOE-PSC: 570.361 (10,63% del total)
PPC: 384.019 (7,16% del total)
ICV-EUiA: 229.985 (4,29% del total)
ERC: 218.046 (4,07% del total)
C’s: 105.827 (1,97% del total)
SI: 102.197 (1,91% del total)
Suma de todo el Parlament: 2.808.445 (52,36% del total)
Así que, a pesar de que mi buen compañero tuitero @jordir afirma que representan a 3.150.00 electores, los números nos muestran que los diputados del Parlament fueron votados en realidad por 2.808.445 electores.
Y aquí me surgen algunas preguntas: ¿Los diputados sólo representan a sus electores? ¿Qué pasa con los 2.554.911 ciudadanos, un 47,64% de la población con derecho a voto, que no les votaron? Y, si hubieron 3.021.706 votos a candidaturas, ¿qué ha pasado con el resto de los 213.261 ciudadanos, un 3,98% del total, que votaron a otras opciones? Eso es fácil de explicar porque hay…
Por una parte, lo que los españoles de la época hace 35 años votaron les fue puesto en bandeja por una élite, y se les transmitió el mensaje de que eso o el caos. Por ello, metieron al heredero de Franco, un tal Juan Carlos de Borbón, en el paquete y usaron esa consulta como legitimización. Qué listos.
Por otra parte, las listas cerradas permiten la dedocracia más absoluta desde los aparatos de los partidos, y que la población se trague unos candidatos impuestos. El último aberrante ejemplo ha sido la inclusión de “presuntos” corruptos en las listas de los partidos grandes de las pasadas elecciones municipales y autonómicas, tal como muestra el corruptódromo. Es lo que hay, dicen.
Y finalmente, la Ley d’Hondt es ese bonito sistema que hace desaparecer el valor de los votos emitidos a los partidos pequeños. Se pone una criba, del 3% de los votos emitidos incluyendo votos en blanco en este caso concreto, y se reparten entre los partidos más votados. Vaya, así que si mi voto fue para Pirata.cat, ahora resulta que el que me representa es CiU, al que nunca en la vida hubiera pensado votar. ¿Y los que votaron en blanco por no querer votar a ningún otro partido pero se tomaron la molestia de ir a votar? “El voto es mío, míiiio“, dicen los partidos mayoritarios.
Aún así, estoy seguro que llegados a este punto habrán muchos que estarán pensando: “Bueno, el sistema no es perfecto pero es el sistema democrático que hay en estos momentos, y hay que ser respetuosos con la ley. A nadie se le obliga votar a ningún partido, y si alguien quiere cambiar la Ley Electoral, pues sólo tiene que presentarse, salir elegido y hacerlo.” Ante esta forma de pensar sólo se me ocurre que, o viven en las nubes junto a los osos amorosos, o sencillamente viven muy cómodos dentro de este sistema ya que se benefician de las injusticias que crea. Porque en la realidad, en esta sociedad y con este sistema electoral…
En el didáctico e interesante libro “The Creature from Jekyll Island : A Second Look at the Federal Reserve“, su autor G. Edward Griffin, nos explica cómo en las elecciones a la presidencia de los EE.UU. en 1913, el cártel bancario apoyó al candiato demócrata Woodrow Wilson pues la intención de tal grupo poderoso era que se aprobará la creación de la Reserva Federal, que sería el Banco Central de los EE.UU y manejado privadamente por ellos. Eligieron a Wilson porque pertenecía a un pequeño grupo privado financiado por banqueros de Wall Street, y porque era demócrata. Hasta entonces, el pueblo de los EE.UU. asociaba al partido republicano con los poderosos. Con una estrategia de desprestigiar públicamente a los banqueros, pero financiado por ellos, este señor ganó las elecciones presidenciales, y la FED fue aprobada.
Y no sólo eso, en su reelección prometió que EE.UU. EE.UU. entraría en la Primera Guerra Mundial. Pero claro, Gran Bretaña y Francia estaban perdiendo la guerra en aquellos momentos y la deuda con Wall Street era tan enorme que no podían permitirse que perdieran. Por supuesto, EE.UU. entró en la guerra con la excusa arreglada del hundimiento del Lusitania, los aliados ganaron y el resto es la historia que los vencedores escribieron. Por cierto, ¿alguien recuerda a un tal Felipe González prometer que sí él era elegido presidente, España nunca formaría parte de la OTAN? Los libios seguro que no.
Pues volviendo a las Españas, reflexionemos por un instante si los aportadores y prestamistas de dinero a las campañas de los grandes partidos tienen luego alguna infuencia en sus políticas y leyes aprobadas. Mmm… yo diría que sí. ¿Y entonces qué tipo de representación obtienen los electores, en este caso 2.808.445 de ciudadanos, que han votado directamente a los partidos en el Parlament? Pues si te visto, no te acuerdo. Gracias por votarnos y no te olvides de volver a hacerlo dentro de cuatro años.
Pero no todo se acaba ahí, porque el sistema electoral todavía se guarda algunos ases en las mangas para deshacerse de cualquier virus, es decir, propuesta innovadora que no entre en los planes del poder. Porque…
Entonces, si se presentan 20 partidos y la mayoría de ciudadanos sólo conoce a 5, ¿dónde está la verdad en decir que los ciudadanos eligen a sus representantes? La gente sólo vota lo que conoce, y la mayoría de veces son forzados a elegir el mal menor, tal como muy buen explicó Manuel Castellls en su excelente charla en #acampadabcn sobre la comunicación, el poder y la democracia. Resultado: hay cientos de partidos políticos en España, pero sólo se habla del bipartidismo PP-PSOE, o PPSOE, como decimos muchos.
Aún así, si un partido nuevo tiene padrinos con dinero, sí que puede superar esta visicitud. Recordemos el caso de Ciutadans per Catalunya, o más recientemente, cómo TV3, y ahora barreré hacia lo que conozco, entrevistaba a Joan Laporta, cabeza de lista de Solidaritat per la Independència, pero se negaba sistemáticamente a invitar al cabeza de lista de Pirata.cat, con la excusa de que no era un partido parlamentario y se tenía que respetar la ley.
Si hablamos de las diferencias presupuestarias entre los partidos grandes, apoyados por la gran banca, y los pequeños, apoyados por sus afiliados y simpatizantes, que se trasladan en la cantidad de cartelería, pancartas, envíos electorales, globitos, bocatas de jamón y chorizo, y contratación de autobuses para llevar a la gente a sus mítines, no acabaríamos nunca. Gran señor es don dinero.
En las manifestaciones y acampadas mucha gente exclama: “¡Que no, que no nos representan!” ¿Están realmente muy equivocados si analizamos la realidad de la sociedad española? Es cierto que 4.000 personas no representan a nadie, pero hay dudas muy razonables sobre que los diputados hayan sido libremente elegidos y representen realmente a la ciudadanía que los votó y no votó.
La población ya está cansada, ya no traga. Y no sólo por razones económicas ha empezado a levantarse y moverse en ésta, quizás mal llamada, #spanishrevolution.
Obstaculizar la labor de los diputados es delito en España
Todos hemos oído el discurso oficialista de lo “intolerable que es no dejar pasar a los representantes del pueblo a hacer su trabajo“. Incluso hemos descubierto que tal acto está tipificado como delito, y cito el comentario de Fernadno:Art. 550Está claro que ellos mismos se han declarado inmunes e intocables, creando este tipo de leyes. El típico ejemplo de “yo me fabrico el pan y yo me lo meriendo“.
Son reos de atentado los que acometan a la autoridad, a sus agentes o funcionarios públicos, o empleen fuerza contra ellos, los intimiden gravemente o les hagan resistencia activa también grave, cuando se hallen ejecutando las funciones de sus cargos o con ocasión de ellas.
Art. 551
1. Los atentados comprendidos en el artículo anterior serán castigados con las penas de prisión de 2 a 4 años y multa de 3 a 6 meses si el atentado fuera contra autoridad y de prisión de uno a 3 años en los demás casos.
2. No obstante lo previsto en el apartado anterior, si la autoridad contra la que se atentare fuera miembro del Gobierno, de los Consejos de Gobierno de las Comunidades Autónomas, del Congreso de los Diputados, del Senado o de las Asambleas Legislativas de las Comunidades Autónomas, del Consejo General del Poder Judicial o Magistrado del Tribunal Constitucional, se impondrá la pena de prisión de 4 a 6 años y multa de 6 a 12 meses.
También, por todos los medios hemos escuchado la santidad de la representatividad de nuestros políticos elegidos en las urnas. Son los auténticos representantes de la ciudadanía. Pero yo me pregunto: ¿hasta qué punto? Me centraré en el Parlament de Catalunya, pues los hechos acontecieron ahí.
Elegidos con una participación de 3.150.000 electores
Me recuerda @jordir que (traduzco del catalán) “es hacer demagogia sugerir que 4.000 representan al pueblo y unos escogidos por 3.150.000 no“.Puesto que formé parte de las listas de Pirata.cat en las pasadas elecciones autonómicas catalanas del pasado octubre de 2010, conozco la experiencia de primera mano. Pero primero comencemos por los números. Y coloquémoslos de una manera diferente a la oficial. Los que digáis que estoy manipulando los datos a mi antojo, ahorráos los comentarios, por favor.
Según la Viquipèdia, los resultados de las elecciones autonómicas catalanas de 2010 fueron estos:
Ciudadanos con derecho a voto: 5.363.356 (Total)
Votantes: 3.135.764 (59,95% del total)
Luego, los votos se dividieron en:
A candidaturas: 3.021.706 (56,34% del total)
En blanco : 92.331 (1,72% del total)
Nulos : 21.727 (0,41% del total)
Entonces, el Parlament, se compuso de los siguientes partidos:
CiU: 1.198.010 (22,33% del total)
PSOE-PSC: 570.361 (10,63% del total)
PPC: 384.019 (7,16% del total)
ICV-EUiA: 229.985 (4,29% del total)
ERC: 218.046 (4,07% del total)
C’s: 105.827 (1,97% del total)
SI: 102.197 (1,91% del total)
Suma de todo el Parlament: 2.808.445 (52,36% del total)
Así que, a pesar de que mi buen compañero tuitero @jordir afirma que representan a 3.150.00 electores, los números nos muestran que los diputados del Parlament fueron votados en realidad por 2.808.445 electores.
Y aquí me surgen algunas preguntas: ¿Los diputados sólo representan a sus electores? ¿Qué pasa con los 2.554.911 ciudadanos, un 47,64% de la población con derecho a voto, que no les votaron? Y, si hubieron 3.021.706 votos a candidaturas, ¿qué ha pasado con el resto de los 213.261 ciudadanos, un 3,98% del total, que votaron a otras opciones? Eso es fácil de explicar porque hay…
Un sistema electoral a la medida del poder ya establecido
Cuentan que los españoles nos otorgamos a nosotros mismos una Constitución y un sistema electoral basado en listas cerradas y en la Ley d’Hondt para salir de la dictadura y progresar en nuestro bienestar democrático.Por una parte, lo que los españoles de la época hace 35 años votaron les fue puesto en bandeja por una élite, y se les transmitió el mensaje de que eso o el caos. Por ello, metieron al heredero de Franco, un tal Juan Carlos de Borbón, en el paquete y usaron esa consulta como legitimización. Qué listos.
Por otra parte, las listas cerradas permiten la dedocracia más absoluta desde los aparatos de los partidos, y que la población se trague unos candidatos impuestos. El último aberrante ejemplo ha sido la inclusión de “presuntos” corruptos en las listas de los partidos grandes de las pasadas elecciones municipales y autonómicas, tal como muestra el corruptódromo. Es lo que hay, dicen.
Y finalmente, la Ley d’Hondt es ese bonito sistema que hace desaparecer el valor de los votos emitidos a los partidos pequeños. Se pone una criba, del 3% de los votos emitidos incluyendo votos en blanco en este caso concreto, y se reparten entre los partidos más votados. Vaya, así que si mi voto fue para Pirata.cat, ahora resulta que el que me representa es CiU, al que nunca en la vida hubiera pensado votar. ¿Y los que votaron en blanco por no querer votar a ningún otro partido pero se tomaron la molestia de ir a votar? “El voto es mío, míiiio“, dicen los partidos mayoritarios.
Aún así, estoy seguro que llegados a este punto habrán muchos que estarán pensando: “Bueno, el sistema no es perfecto pero es el sistema democrático que hay en estos momentos, y hay que ser respetuosos con la ley. A nadie se le obliga votar a ningún partido, y si alguien quiere cambiar la Ley Electoral, pues sólo tiene que presentarse, salir elegido y hacerlo.” Ante esta forma de pensar sólo se me ocurre que, o viven en las nubes junto a los osos amorosos, o sencillamente viven muy cómodos dentro de este sistema ya que se benefician de las injusticias que crea. Porque en la realidad, en esta sociedad y con este sistema electoral…
El que paga, manda
Parece una frase muy catalana, pero es una afirmación que funciona en cualquier parte del mundo en el que vivimos.En el didáctico e interesante libro “The Creature from Jekyll Island : A Second Look at the Federal Reserve“, su autor G. Edward Griffin, nos explica cómo en las elecciones a la presidencia de los EE.UU. en 1913, el cártel bancario apoyó al candiato demócrata Woodrow Wilson pues la intención de tal grupo poderoso era que se aprobará la creación de la Reserva Federal, que sería el Banco Central de los EE.UU y manejado privadamente por ellos. Eligieron a Wilson porque pertenecía a un pequeño grupo privado financiado por banqueros de Wall Street, y porque era demócrata. Hasta entonces, el pueblo de los EE.UU. asociaba al partido republicano con los poderosos. Con una estrategia de desprestigiar públicamente a los banqueros, pero financiado por ellos, este señor ganó las elecciones presidenciales, y la FED fue aprobada.
Y no sólo eso, en su reelección prometió que EE.UU. EE.UU. entraría en la Primera Guerra Mundial. Pero claro, Gran Bretaña y Francia estaban perdiendo la guerra en aquellos momentos y la deuda con Wall Street era tan enorme que no podían permitirse que perdieran. Por supuesto, EE.UU. entró en la guerra con la excusa arreglada del hundimiento del Lusitania, los aliados ganaron y el resto es la historia que los vencedores escribieron. Por cierto, ¿alguien recuerda a un tal Felipe González prometer que sí él era elegido presidente, España nunca formaría parte de la OTAN? Los libios seguro que no.
Pues volviendo a las Españas, reflexionemos por un instante si los aportadores y prestamistas de dinero a las campañas de los grandes partidos tienen luego alguna infuencia en sus políticas y leyes aprobadas. Mmm… yo diría que sí. ¿Y entonces qué tipo de representación obtienen los electores, en este caso 2.808.445 de ciudadanos, que han votado directamente a los partidos en el Parlament? Pues si te visto, no te acuerdo. Gracias por votarnos y no te olvides de volver a hacerlo dentro de cuatro años.
Pero no todo se acaba ahí, porque el sistema electoral todavía se guarda algunos ases en las mangas para deshacerse de cualquier virus, es decir, propuesta innovadora que no entre en los planes del poder. Porque…
Si eres un partido pequeño no existes, a menos que tengas padrinos.
Siguiendo con nuestra tan querida Ley Electoral, resulta que en el momento en el que hay elecciones sólo los partidos ya parlamentarios se reparten entre ellos los tiempos de Prime Time en los medios tradicionales de difusión masiva, en los debates sólo son invitados los cabezas de listas de estos mismos partidos, se llevan el máximo de lugares donde poner la cartelería, etc, etc…Entonces, si se presentan 20 partidos y la mayoría de ciudadanos sólo conoce a 5, ¿dónde está la verdad en decir que los ciudadanos eligen a sus representantes? La gente sólo vota lo que conoce, y la mayoría de veces son forzados a elegir el mal menor, tal como muy buen explicó Manuel Castellls en su excelente charla en #acampadabcn sobre la comunicación, el poder y la democracia. Resultado: hay cientos de partidos políticos en España, pero sólo se habla del bipartidismo PP-PSOE, o PPSOE, como decimos muchos.
Aún así, si un partido nuevo tiene padrinos con dinero, sí que puede superar esta visicitud. Recordemos el caso de Ciutadans per Catalunya, o más recientemente, cómo TV3, y ahora barreré hacia lo que conozco, entrevistaba a Joan Laporta, cabeza de lista de Solidaritat per la Independència, pero se negaba sistemáticamente a invitar al cabeza de lista de Pirata.cat, con la excusa de que no era un partido parlamentario y se tenía que respetar la ley.
Si hablamos de las diferencias presupuestarias entre los partidos grandes, apoyados por la gran banca, y los pequeños, apoyados por sus afiliados y simpatizantes, que se trasladan en la cantidad de cartelería, pancartas, envíos electorales, globitos, bocatas de jamón y chorizo, y contratación de autobuses para llevar a la gente a sus mítines, no acabaríamos nunca. Gran señor es don dinero.
Bonitas palabras, tristes realidades
Tras toda esta exposición de hechos que conforman nuestra realidad, ahora volvamos a la pregunta del principio: ¿hasta qué punto los diputados del Parlament, y otras instituciones, son los representantes de la ciudadanía? La palabra democracia, literalmente gobierno del pueblo, es pronunciada hasta la saciedad por los políticos y periodistas afines, pero ¿hasta qué punto es realmente este sistema un gobierno del pueblo? ¿Está el pueblo realmente gobernando en España? ¿Son los ciudadanos realmente libres y conocen todas sus opciones en el momento de depositar su voto?En las manifestaciones y acampadas mucha gente exclama: “¡Que no, que no nos representan!” ¿Están realmente muy equivocados si analizamos la realidad de la sociedad española? Es cierto que 4.000 personas no representan a nadie, pero hay dudas muy razonables sobre que los diputados hayan sido libremente elegidos y representen realmente a la ciudadanía que los votó y no votó.
La población ya está cansada, ya no traga. Y no sólo por razones económicas ha empezado a levantarse y moverse en ésta, quizás mal llamada, #spanishrevolution.
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