05/04/2011 | Juan Cruz./ El País
El veterano escritor explica en dos libros las razones "del ocaso" de la sociedad.
José Luis Sampedro está indignado y reacciona. Para explicarlo, el escritor, nacido en 1917, prologó un librito de enorme éxito, ¡Indignaos! (Destino), del francés de origen alemán Stèphane Hessel, que nació aquel mismo año en Berlín, y ahora escribe al frente del libro Reacciona (Aguilar), que a su vez prologa su amigo Hessel.
Hessel dice en este último libro, una especie de correspondencia española de su propia propuesta original: "Conscientes, implicados e indignados -como yo les he recomendado recientemente desde la atalaya de mi vida-, los autores de Reacciona, este compendio compacto, formulan muy interesantes proyectos de futuro junto a sus análisis de la situación presente, tan sombría".
¿Qué resorte ha movido a Sampedro, economista, escritor comprometido con su tiempo, académico, a expresar su indignación, a reclamar que la gente reacciona? El mensaje de Hessel, dice, "está dirigido principalmente a los jóvenes de un resistente luchador por la causa de los derechos humanos y las conquistas sociales logradas a lo largo del siglo pasado, en franco retroceso en estas primeras décadas del XXI".
De ese "ocaso de la sociedad" escribe Sampedro en Reacciona, el conjunto de escritos coordinado por la periodista Rosa María Artal, "iniciativa más completa y centrada en España", como indica el propio escritor. "Efectivamente", dice, "estoy indignado y reacciono ante la mentira reiterada de que la única salida posible de la crisis que se nos presenta sean las medidas neoliberales".
¿Qué hacer? "Como he dicho muchas veces, actualmente el dinero es la medida de todas las cosas, confundimos economía de mercado con sociedad de mercado, convirtiendo todo en mercancía hasta el punto de aceptar la corrupción, es decir, la compraventa de seres humanos como algo natural que se avala en las urnas. Educados en este ambiente y con la finalidad de ser competitivos, productivos e innovadores, es decir, de tratarnos unos a otros a empujones, es difícil mantener la dignidad si no es mediante la autoreeducación".
El autor de Conciencia del subdesarrollo y El río que nos lleva ha mantenido siempre una enorme fortaleza en su compromiso con la sociedad. Es como un junco, y ahora, además, se pone al frente de iniciativas en las que él mismo acentúa esa fortaleza. Pero, ¿ha habido momentos de flaqueza? "Depende de lo que se entienda por flaqueza. Momentos de dudas y vacilaciones los tenemos todos los pensantes, especialmente cuando nos encontramos frente a decisiones que también incumben a terceras personas, a nuestros seres queridos. En general, puedo decir que no siempre he estado seguro de qué hacer, pero siempre he sabido lo que no debo hacer".
Ahora lo que más preocupa en Europa es, sobre todo, cómo se hace la política. ¿Qué hacer, qué falta en la política? "Falla precisamente la política. Con la mal llamada globalización, los poderes políticos han abdicado de su función política a favor de los financieros, lo que ha conducido a unos déficits democráticos importantes y a la crisis. Dicho sea en plural porque la crisis financiera eclipsa en los medios las crisis alimentaria, energética, ecológica, es decir, se trata de una crisis del sistema". La situación suscita cada día indignaciones nuevas, como dice Hessel y como dice él. La guerra, el paro, la economía. ¿Qué sentimiento le produce ahora la contemplación de este paisaje? "La respuesta es clara. La humanidad ha avanzado mucho en tecnología, pero muy poco en sabiduría y humanismo".
¿Y él esperaba esta debacle? ¿Qué estado de ánimo le produce? "Pese a la idea interesadamente reiterada de que nadie podía prever la crisis actual, somos muchos los pensadores y economistas que llevábamos advirtiéndolo sin ser oídos o tildados, en el mejor de los casos, de demagogos trasnochados. Sin ser el más importante de ellos, a modo de ejemplo, podría recordar las críticas burlonas al ensayo divulgativo que bajo el título El mercado y la globalización publiqué en 2002, en el que se advertía en lenguaje claro y conciso de las consecuencias que traería la alegre globalización. Por no hablarle de Economía humanista, algo más que cifras, una selección de algunos artículos de economía escritos a lo largo de mi carrera, el primero de ellos fechado en 1947. Quien los haya leído difícilmente pensará que lo que se define como debacle me haya pillado por sorpresa. Mi estado de ánimo es pues la serena y al tiempo indignada mirada de quien ya vive apeado del mundo que le rodea, en la sala de espera que son los últimos años de la vida".
La energía con la que se indigna y reacciona desmiente, sin duda, esa consideración final con la que Sampedro subraya su presente estado de ánimo.
Hessel dice en este último libro, una especie de correspondencia española de su propia propuesta original: "Conscientes, implicados e indignados -como yo les he recomendado recientemente desde la atalaya de mi vida-, los autores de Reacciona, este compendio compacto, formulan muy interesantes proyectos de futuro junto a sus análisis de la situación presente, tan sombría".
¿Qué resorte ha movido a Sampedro, economista, escritor comprometido con su tiempo, académico, a expresar su indignación, a reclamar que la gente reacciona? El mensaje de Hessel, dice, "está dirigido principalmente a los jóvenes de un resistente luchador por la causa de los derechos humanos y las conquistas sociales logradas a lo largo del siglo pasado, en franco retroceso en estas primeras décadas del XXI".
De ese "ocaso de la sociedad" escribe Sampedro en Reacciona, el conjunto de escritos coordinado por la periodista Rosa María Artal, "iniciativa más completa y centrada en España", como indica el propio escritor. "Efectivamente", dice, "estoy indignado y reacciono ante la mentira reiterada de que la única salida posible de la crisis que se nos presenta sean las medidas neoliberales".
¿Qué hacer? "Como he dicho muchas veces, actualmente el dinero es la medida de todas las cosas, confundimos economía de mercado con sociedad de mercado, convirtiendo todo en mercancía hasta el punto de aceptar la corrupción, es decir, la compraventa de seres humanos como algo natural que se avala en las urnas. Educados en este ambiente y con la finalidad de ser competitivos, productivos e innovadores, es decir, de tratarnos unos a otros a empujones, es difícil mantener la dignidad si no es mediante la autoreeducación".
El autor de Conciencia del subdesarrollo y El río que nos lleva ha mantenido siempre una enorme fortaleza en su compromiso con la sociedad. Es como un junco, y ahora, además, se pone al frente de iniciativas en las que él mismo acentúa esa fortaleza. Pero, ¿ha habido momentos de flaqueza? "Depende de lo que se entienda por flaqueza. Momentos de dudas y vacilaciones los tenemos todos los pensantes, especialmente cuando nos encontramos frente a decisiones que también incumben a terceras personas, a nuestros seres queridos. En general, puedo decir que no siempre he estado seguro de qué hacer, pero siempre he sabido lo que no debo hacer".
Ahora lo que más preocupa en Europa es, sobre todo, cómo se hace la política. ¿Qué hacer, qué falta en la política? "Falla precisamente la política. Con la mal llamada globalización, los poderes políticos han abdicado de su función política a favor de los financieros, lo que ha conducido a unos déficits democráticos importantes y a la crisis. Dicho sea en plural porque la crisis financiera eclipsa en los medios las crisis alimentaria, energética, ecológica, es decir, se trata de una crisis del sistema". La situación suscita cada día indignaciones nuevas, como dice Hessel y como dice él. La guerra, el paro, la economía. ¿Qué sentimiento le produce ahora la contemplación de este paisaje? "La respuesta es clara. La humanidad ha avanzado mucho en tecnología, pero muy poco en sabiduría y humanismo".
¿Y él esperaba esta debacle? ¿Qué estado de ánimo le produce? "Pese a la idea interesadamente reiterada de que nadie podía prever la crisis actual, somos muchos los pensadores y economistas que llevábamos advirtiéndolo sin ser oídos o tildados, en el mejor de los casos, de demagogos trasnochados. Sin ser el más importante de ellos, a modo de ejemplo, podría recordar las críticas burlonas al ensayo divulgativo que bajo el título El mercado y la globalización publiqué en 2002, en el que se advertía en lenguaje claro y conciso de las consecuencias que traería la alegre globalización. Por no hablarle de Economía humanista, algo más que cifras, una selección de algunos artículos de economía escritos a lo largo de mi carrera, el primero de ellos fechado en 1947. Quien los haya leído difícilmente pensará que lo que se define como debacle me haya pillado por sorpresa. Mi estado de ánimo es pues la serena y al tiempo indignada mirada de quien ya vive apeado del mundo que le rodea, en la sala de espera que son los últimos años de la vida".
La energía con la que se indigna y reacciona desmiente, sin duda, esa consideración final con la que Sampedro subraya su presente estado de ánimo.
Tiempo de vergüenza
"Reacciona aporta respuestas", dice Hessel en el pórtico de la recopilación de textos que ha elaborado Rosa María Artal como prolongación española del ¡Indignaos! del autor francés, amigo y contemporáneo de Sampedro. "Son caminos", afirma Hessel, "para canalizar el descontento y desconcierto que la crisis de un sistema, a escala global y local, vierte sobre la sociedad, capaz, por fin, de movilizarse. Es hora de actuar". Hessel se congratula de las voces de Reacciona. Aparte de Sampedro, escriben Federico Mayor Zaragoza, Baltasar Garzón, Juan Torres López, Ángels Martínez i Castells, Rosa María Artal, Ignacio Escolar, Carlos Martínez, Javier López Facal, Javier Pérez Albéniz y Lourdes Lucía.
Dice el juez Garzón: "Alguien ha dicho que nos ha tocado vivir los tiempos de la vergüenza, la mediocridad y la renuncia". Vergüenza "por el abandono de los principios que nos deberían ayudar a afrontar y superar los retos de una crisis económica fabricada por un capitalismo rampante"; mediocridad "porque se ha desarrollado una visión alicorta de la situación política y económica"; y renuncia, "porque todos, en un escenario de corresponsabilidad, estamos consintiendo y propiciando esa situación".
Dice el juez Garzón: "Alguien ha dicho que nos ha tocado vivir los tiempos de la vergüenza, la mediocridad y la renuncia". Vergüenza "por el abandono de los principios que nos deberían ayudar a afrontar y superar los retos de una crisis económica fabricada por un capitalismo rampante"; mediocridad "porque se ha desarrollado una visión alicorta de la situación política y económica"; y renuncia, "porque todos, en un escenario de corresponsabilidad, estamos consintiendo y propiciando esa situación".
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