21 Feb. Fotos y texto: Pablo Garrigós (Valencia).- Al menos 21 manifestantes detenidos y decenas de heridos ha sido el resultado de la quinta jornada de protestas que los estudiantes del Instituto Lluís Vives iniciaron con el objetivo de manifestar su oposición a los recortes en educación pero que se está convirtiendo, a causa de la violencia y represión ejercida por la Policía Nacional, en una batalla campal en pleno centro de Valencia.
La protesta se había convocado en la puerta del centro educativo a las 15.00 horas para concentrarse y denunciar “la impunidad y la excesiva violencia con la que han actuado los antidisturbios contra estudiantes, en muchos casos, menores de edad”.
Cuando la cifra de manifestantes ha superado el medio millar, los estudiantes se han desplazado a Plaza España para cortar allí el tráfico dado que es una de las arterias más importantes de la ciudad. Ni un segundo después, varios coches antidisturbios han salido del final de la calle Xàtiva para cortarles el paso y evitar así que llegaran a su destino. Sin embargo, el cordón policial no ha sido suficiente y los estudiantes han conseguido llegar a cortar la avenida. La primera reacción de la Policía Nacional al llegar a Plaza España ha sido cargar contra los manifestantes sin mediar palabra por lo que muchos estudiantes han empezado a correr sin rumbo fijo a causa del miedo. En las calles colindantes a la plaza se han efectuado las primeras detenciones de menores causando momentos de mucha confusión tanto entre los que protestaban como en los mismo vecinos del barrio.
Los estudiantes, tras las primeras cargas, han conseguido reagruparse y han deciden volver al Instituto Lluís Vives, centro de las protestas. Sin embargo, el trayecto no ha sido como se esperaban. Cuando estaban a punto de llegar al centro han aparecido cuatro furgones de los que han bajado unos 20 agentes y han cargado indiscriminadamente contra los menores obligándoles a ir hacia la estación de Renfe donde ha tenido lugar el episodio más triste. Una vez que la gran mayoría de los asistentes estaba dentro de la estación, los antidisturbios han entrado por las dos puertas laterales y les han acorralado cargando contra niñas de no más de 14 años y efectuando unas tres detenciones más.
Cuando se ha conseguido reagrupar la protesta en la puerta del Lluís Vives, la Policía ha realizado un cerco con el objetivo de identificar a las decenas de manifestantes que había en la puerta del centro. No obstante, la tensión en los alrededores era insoportable y ha explotado en el cordón de seguridad del lado izquierdo del colegio donde un hombre mayor tras empujar a una agente ha sido linchado, y posteriormente detenido. Por lo que las decenas de jóvenes han explotado en rabia pura y han abucheado y increpado a los agentes por la “brutalidad” con la que estaban tratando a los detenidos. A partir de este momento, el centro de Valencia se ha convertido en un laberinto donde la policía en grupos de diez ha ido ‘cazando’ a los estudiantes. Pero ha habido un momento clave. Hacía las seis de la tarde la policía se ha acercado a los estudiantes y les ha planteado un “pacto”: “creemos que ya hemos jugado bastante así que les vamos a explicar las nuevas reglas. A partir de ahora, quien se quede será detenido por desorden civil pero les dejamos irse si se disuelven”. Los estudiantes han exigido que el primer paso lo diera la Policía y liberara a los ya detenidos. Los agentes se han negado y la respuesta ha sido clara: “No nos vamos”. Tras esta pequeña tregua, las cargas se han sucedido una detrás de otra, así como los detenidos y los heridos, hasta bien entrada la noche sin el más mínimo miramiento. Han agredido hasta a los jóvenes que se marchaban a casa o, simplemente, estaban tomando un café en un bar.
Pero algo está cambiando en València porque los heridos, los detenidos y los perseguidos no han sido solo los estudiantes. La Unidad de Intervención Policial ha cargado contra todo lo que se le ponía delante, ya fueran jubilados, turistas, periodistas, fotógrafos o simples vecinos que pasaban por allí. Esta violencia indiscriminada ha provocado la indignación popular y sobre un millar de personas se ha ido congregando alrededores del Lluís Vives bajo los cánticos de “antes eran grises y ahora son azules (en alusión a la Policía Nacional)”, “València pronto será Grecia”, “Menos policía y más educación” y el más coreado “El pueblo unido, jamás será vencido”.
Con la caída de la noche, las cargas se han recrudecido y los encontronazos con los estudiantes han ido a más en cantidad y agresividad. Sobre las ocho de la tarde los estudiantes han seguido cortando el tráfico y ha sido cuando los agentes, tras comprobar que no podían hacer frente al gran numero de manifestantes, han decidido embestir con las furgonetas antidisturbios. La gran mayoría de los concentrados se han salvado, pero otros muchos no porque de las furgonetas bajaban policías cargando contra todo y deteniendo a quien estuviera por delante.
A la hora de la elaboración de esta crónica, las 23.30 horas, más de un centenar de los estudiantes que durante el día han estado protestando y exigiendo que su derecho a manifestarse fuera respetado, están reunidos en la Facultad de Historia de la Universidad de València debatiendo los próximos movimientos.
Para hoy martes hay dos convocatorias, una en el mismo Lluís Vives y otra en las facultades, ambas a las tres de la tarde. Muchos de los manifestantes no entienden por qué los antidisturbios cargan sin piedad contra ellos cuando lo único que hacen es “manifestarse para exigir lo que es justo y que no se recorte el Estado de bienestar”. No saben cómo responder porque cada vez que salen a la calle les muelen a palos por lo que una parte cada vez mayor solo ve en la violencia la única herramienta de defensa. Los próximos días se aventuran complicados para la Delegada del Gobierno, Paula Sánchez de León, quien no ha querido comparecer ante la prensa y ha dejado al director de la policía que calificara a los estudiantes valencianos de “el enemigo”, aunque se les ha olvidado que el problema lo crearon ellos cuando cargaron contra los estudiantes del Lluís Vives que solo querían que el Consell pagara lo que debía a su instituto.
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