La tormenta del martes sorprende a los participantes al colarse el agua por los agujeros de la cubierta inacabada por Calatrava
Varios campuseros buscan el origen de las goteras después de cubrir los ordenadores con plásticos.
N. A/L. D. C. VALENCIA Los participantes de la Campus Party que están instalados en el Ágora aún estaban ayer sorprendidos por las goteras que cayeron en la tarde anterior del techo del edificio como consecuencia de la tormenta de agua y granizo que afectó a Valencia. El espacio diseñado por el arquitecto Santiago Calatrava — cuya construcción ha costado más de 90 millones de euros—, no aguantó el envite de la lluvia y provocó que se mojaran ligeramente algunos de los equipos informáticos desplegados por los campuseros para disfrutar del que es considerado uno de los eventos relacionados con internet más importantes del mundo.
En la parte superior del Ágora, donde se unen las paredes laterales del edificio, hay unos 40 orificios realizados para encajar las grandes lamas metálicas que a modo de cresta móvil rematarán el inmueble. Como llovió durante unos 20 minutos las goteras sólo se notaron en los dos vértices del óvalo, donde la pendiente ayuda a que cale más el agua. Los campuseros que vieron peligrar sus teclados y ordenadores optaron por poner bolsas de de plástico que les facilitó la organización, que reaccionó con inmediatez y solvencia. En el resto de zonas donde se detectaron goteras se utilizaron cubos de basura.
La escena más peculiar se produjo en el OVNI, el servidor que abastece de internet a los 3.000 campuseros que están instalados en el Ágora, que estaba situado justo debajo de una de las principales goteras, en la esquina suroeste. Los voluntarios del servicio técnico de esta cita con la vanguardia de las nuevas tecnologías no tuvieron más remedio que valerse de un objeto cotidiano, una sombrilla de playa, para evitar que se produjera cualquier daño en el servidor.
En la otra esquina del edificio, un grupo de campuseros ensayaba con guitarras y baterías para la competición de un conocido videojuego. Situados en la otra bajante del techo, fueron los que más notaron el agua. Los jóvenes dudaron en cambiarse de sitio, pero finalmente prefirieron esperar cubriendo con bolsas de plástico sus preciados ordenadores. Fuentes de la organización restaron importancia al incidente y declararon que no tienen previsto desplegar ningún dispositivo de seguridad en caso de que la situación se vuelva a repetir.
No es la primera vez que el Ágora tiene problemas con la lluvia. Durante el primer acto que acogió el espacio, el Open Valencia de Tenis de 2009, se tuvo que cubrir el techo con grandes plásticos para evitar que el agua se colara por los mismos agujeros.
En la parte superior del Ágora, donde se unen las paredes laterales del edificio, hay unos 40 orificios realizados para encajar las grandes lamas metálicas que a modo de cresta móvil rematarán el inmueble. Como llovió durante unos 20 minutos las goteras sólo se notaron en los dos vértices del óvalo, donde la pendiente ayuda a que cale más el agua. Los campuseros que vieron peligrar sus teclados y ordenadores optaron por poner bolsas de de plástico que les facilitó la organización, que reaccionó con inmediatez y solvencia. En el resto de zonas donde se detectaron goteras se utilizaron cubos de basura.
La escena más peculiar se produjo en el OVNI, el servidor que abastece de internet a los 3.000 campuseros que están instalados en el Ágora, que estaba situado justo debajo de una de las principales goteras, en la esquina suroeste. Los voluntarios del servicio técnico de esta cita con la vanguardia de las nuevas tecnologías no tuvieron más remedio que valerse de un objeto cotidiano, una sombrilla de playa, para evitar que se produjera cualquier daño en el servidor.
En la otra esquina del edificio, un grupo de campuseros ensayaba con guitarras y baterías para la competición de un conocido videojuego. Situados en la otra bajante del techo, fueron los que más notaron el agua. Los jóvenes dudaron en cambiarse de sitio, pero finalmente prefirieron esperar cubriendo con bolsas de plástico sus preciados ordenadores. Fuentes de la organización restaron importancia al incidente y declararon que no tienen previsto desplegar ningún dispositivo de seguridad en caso de que la situación se vuelva a repetir.
No es la primera vez que el Ágora tiene problemas con la lluvia. Durante el primer acto que acogió el espacio, el Open Valencia de Tenis de 2009, se tuvo que cubrir el techo con grandes plásticos para evitar que el agua se colara por los mismos agujeros.
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