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          http://www.portaloaca.com/articulos/anticapitalismo/3492-isabes-lo-que- pretenden-las-politicas-neoliberales-en-educacion.html    
Introducción  La  educación pública está en  lucha. Disminución del presupuesto, recortes  de derechos laborales,  eliminación de puestos de trabajos, supresión de  los procesos públicos  de selección de docentes… esta es la realidad que  estamos viviendo en  el sistema educativo actual… y lo que queda por  venir.
Esta  situación no es más que un  nuevo reflejo de aplicar la receta  neoliberal al sistema educativo  público. Desde hace años, y de forma  paradójica, se da la circunstancia  que para suplir los desajustes de  esa maquinaria tan antihumana e  imperfecta llamada capitalismo se  ofrecen soluciones basadas en hacerla  aún más ubicua y salvaje. 
    Como  recordamos, fue en la crisis del petróleo de los años setenta y  la  posterior llegada a los gobiernos de Thatcher en Reino Unido y  Reagan en  Estados Unidos cuando el paradigma neoliberal se extiende por  el mundo  para intentar consolidarse como el pensamiento hegemónico,  introduciendo  la lógica mercantilista en todas las facetas de la vida.    El  neoliberalismo será el gran inspirador en las políticas económicas  a  nivel mundial desde entonces, amplificando su dimensión a finales de  los  ochenta a partir del derrumbe del bloque soviético. 
    En su implantación jugaron un papel esencial los partidos  conservadores  y democristianos que compatibilizan el neoliberalismo más  ortodoxo en  la política económica con el conservadurismo en la  política social y  cultural. Sin embargo, la contradicción sobre le  papel del estado en  ambas tradiciones es más que evidente, ya que  mientras el liberalismo  pretende la supresión estatal hasta las mínimas  expresiones para  garantizar la propiedad privada, el conservadurismo  fomenta un estado  fuerte y presente que plante cara al “mal” e imponga  sus valores basados  en orden y tradición. 
    No obstante, hace tiempo que el neoliberalismo ha dejado de ser   propiedad exclusiva de la derecha política y se ha ido incorporando de   forma cada vez más notable en los planteamientos económicos de la   izquierda socialdemócrata y reformista, como consecuencia de la   tendencia homogeneizadora de las ideas económicas globales.
    Desde el comienzo de su andadura hasta la actualidad, la saña   neoliberal se intenta cebar con los derechos conseguidos por las luchas   sociales, escialmente la sanidad y la educación, estandartes del   fallecido estado de bienestar. Respecto a la educación, su objetivo   final es la desaparición progresiva del sector público mediante su   privatización y el apoyo a la red educativa privada y concertada,   colocando el interés en que los clientes (padres y estudiantes) puedan   optar por las distintas ofertas del mercado (colegios-empresas) siempre   que tuvieran dinero para permitírselo, claro está.
    Teniendo en consideración este contexto y la finalidad de las  políticas  neoliberales, vamos a repasar algunos de los principales  conceptos y  argumentos del discurso neoliberal en educación para  comprobar sus  intereses y su alcance.  
     La red pública educativa es considerada un derroche, una cueva de   ladrones donde sólo importa el bienestar de los funcionarios, sin   valores y, lo más importante, sin el rendimiento escolar que se debería   esperar, lo que muestra su gran atraso.
    En este ámbito se entiende la calidad como rendimiento escolar y   eficiencia económica de las escuelas, lo que justifica en las políticas   neoliberales el apoyo a los centros privados, la inserción de prácticas   empresariales de gestión en el funcionamiento de las escuelas públicas   (llegando a ser empresas privadas las que directamente gestionan  ciertos  aspectos) y la desaparición de la educación como derecho  social.
   Desde esta perspectiva, los padres  y estudiantes son considerados como  clientes del centro que les  proporciona un servicio (educación formal)  mediante el cual esperan  obtener ciertos resultados (rendimiento  escolar, títulos,  reconocimiento, dinero, influencia). Lógicamente, las  dificultades de  aprendizaje, la atención a la diversidad, a los  colectivos en peligro  de exclusión o el simple trato como personas y no  como consumidores, ya  no tienen cabida en estos planteamientos  mercantilistas.
   El primer paso, la “autonomía” de las escuelas
   Uno de los aspectos fundamentales del pensamiento neoliberal para   lograr “calidad” es mejorar los centros educativos mediante la gestión   eficiente y fomentando la competencia entre ellos, planteándose desde   esta visión, que mediante la independencia institucional de la   administración pública y la gestión empresarial aplicada a las escuelas,   los centros competirán entre sí y con ello mejorarán el servicio   ofertado para procurarse la captación de clientes.
    De esta forma, se disminuyen o eliminan las responsabilidades de la   administración pública respecto a las instituciones educativas,   reduciendo los recursos asignados y dejando la suerte del centro público   en manos de la oferta y la demanda del “libre mercado educativo”,   potenciando la creación de guetos y la división social por cuestiones de   clase.
  Pero lo fundamental, es la “libertad”
   Claro, para poder llevar a la práctica las políticas neoliberales es   indispensable que exista libertad, es decir, “su libertad”. En primer   lugar, es necesaria la libertad para crear colegios,   justificándose dentro de los parámetros de fomentar la competencia entre   los centros para promover la mejora educativa. Cualquier institución o   empresa privada debe tener la opción de presentar su “oferta  educativa”  sin que existan demasiadas trabas legales.
  En segundo lugar, es impresdindible la libertad de elección del centro,   es decir, hay que dar la opción al cliente de que pueda elegir el   servicio que más le interesa, de otra forma, sin clientes, no hay opción   de realizar la “transacción”.
   Existen  diversas formas de favorecer la libertad de elección del  centro, desde  potenciar que los colegios puedan asignar una puntuación  relevante por  motivos subjetivos en la admisión de sus estudiantes,  hasta los famosos  “cheques escolares” que se basan en dotar de cierto  dinero a cada  familia para que elija (y pague) el colegio que desee,  siempre que  tenga suficiente con el cheque y los propios recursos  económicos que la  familia posea.
   Al ser tratada como una  mercancía, cada uno tendrá la educación que  pueda pagar, estratificando  la sociedad, reproduciendo las desigualdades  socioeconómicas y  perpetuando el orden social establecido.
  Posibles conclusiones
   Los recortes presupuestarios en educación, la obsesión por la   eficiencia económica y el empeoramiento de las condiciones laborales de   los docentes para buscar mayor productividad, no son más que síntomas   evidentes del virus neoliberal inyectado por la casta política en las   venas de la educación pública.
   La retirada  de recursos es un hecho. Menos dinero, menos personas y más  trabajo  para los centros públicos, mientras que los modelos de gestión   empresariales se asientan en la organización institucional y aumenta el   apoyo político a los centros privados y a la segmentación de los   estudiantes según su rendimiento con la excusa falaz de conseguir la   “excelencia educativa”.
   El objetivo de la  educación ha dejado de ser conseguir un desarrollo  integral en los  jóvenes, para convertirse en conseguir la máxima  rentabilidad  económica. Sin embargo, es totalmente insostenible que una  lógica que  produce tan hondas desigualdades en el mundo pueda ser el  fundamento  último de la concepción educativa.
   Ni la  educación es un negocio, ni los estudiantes son clientes, ni los   docentes trabajadores de una fábrica de montaje. La educación es un   proceso de formación multidimensional en valores, conocimientos y   habilidades, pero también es un derecho social básico que debe asegurar   la dignidad y el progreso personal.
   No  queremos colegios-empresas y lucharemos para que eso nunca pase. Los   centros educativos no son centros comerciales, muy por el contrario, la   escuela debe convertirse en motor de cambio por la justicia social   mediante el fomento de la conciencia crítica, la emancipación y la   acción directa contra el propio sistema capitalista que pervierte el   sentido del sistema educativo y lo utiliza para preservar sus criminales   privilegios.
 
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