Hispanidad, miércoles, 31 de agosto de 2011
La batalla de Repsol obliga a plantearse la pregunta, porque España se está desindustrializando a marchas forzadas. Un país, especialmente en plena crisis, no necesita grandes bancos, pero sí grandes industrias que actúen como locomotoras de inversión, de creación de empleo y de inversión e I+D (si quieren le añaden la ‘i’ minúscula, que queda más fino).
Alemanes, franceses e italianos lo tienen muy claro: como la Unión Europea no permite las medidas protectoras de sus compañías estratégicas lo que hacen es muy sencillo: sus compañías básicas son estatales, que al Estado no hay quien le ope.
En España, tras el proceso privatizador de PSOE y PP, eran la cajas de ahorros quienes componían el núcleo duro de los accionariados de las grandes compañías. Pero como los españoles somos ligeramente idiotas, decidimos cargarnos las cajas de ahorros.
Y como también somos ligeramente cainitas, la historia industrial de ese país consiste en que dos españoles se pegan para que, al final, se alce un extranjero como el santo y la limosna.
El caso Endesa es sintomático: se privatiza y, pocos años después, vuelve al sector público, sólo que no español, sino italiano.
Así, Endesa pierde empleo en España y lo gana en Italia, al tiempo que recoge subvenciones del erario público español para energías renovables o para el coche eléctrico… a beneficio del Gobierno Berlusconi. ¿A que somos geniales?
No sólo estamos deslocalizando empresas y perdiendo empleo e investigación por la absurda reforma -es decir, desaparición- de las cajas de ahorros, sino que adoptamos y aplaudimos, por anticipado sobre el horario previsto, las órdenes de Basilea III, tremendamente nocivas para la banca española, que no para la estadounidense. Basilea III castiga las inversiones de la banca en industria.
Eso significa, por ejemplo, que La Caixa, propietaria del mejor y más grande grupo industrial español, tiene que vender, cuando no malvender, sus participadas. En el caso Repsol, por ejemplo, Caixa siempre tendrá la tentación de vender. De hecho, tanto la petrolera como Telefónica no figuran en la cartera de Caixa, como Gas Natural y Abertis, sino en la de Caixabank, como participaciones “listas para la venta”.
También nos cargamos la débil defensa de la españolidad de las empresas estratégicas con la eliminación de la acción de oro. Muy cierto: Alemania, Francia o Italia no necesitan acción de oro alguna: simplemente sus estratégicas son propiedad del Estado.
Insisto: nacionalicemos Telefónica, Repsol, Iberdrola, Endesa, etc. Santander y BBVA también, aunque por otros motivos. Digo por otros motivos porque un país, especialmente en tiempos de crisis, no necesita poseer grandes bancos, sino grandes industrias. No es posible pero da mucho gustirrinín pensarlo.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com
Alemanes, franceses e italianos lo tienen muy claro: como la Unión Europea no permite las medidas protectoras de sus compañías estratégicas lo que hacen es muy sencillo: sus compañías básicas son estatales, que al Estado no hay quien le ope.
En España, tras el proceso privatizador de PSOE y PP, eran la cajas de ahorros quienes componían el núcleo duro de los accionariados de las grandes compañías. Pero como los españoles somos ligeramente idiotas, decidimos cargarnos las cajas de ahorros.
Y como también somos ligeramente cainitas, la historia industrial de ese país consiste en que dos españoles se pegan para que, al final, se alce un extranjero como el santo y la limosna.
El caso Endesa es sintomático: se privatiza y, pocos años después, vuelve al sector público, sólo que no español, sino italiano.
Así, Endesa pierde empleo en España y lo gana en Italia, al tiempo que recoge subvenciones del erario público español para energías renovables o para el coche eléctrico… a beneficio del Gobierno Berlusconi. ¿A que somos geniales?
No sólo estamos deslocalizando empresas y perdiendo empleo e investigación por la absurda reforma -es decir, desaparición- de las cajas de ahorros, sino que adoptamos y aplaudimos, por anticipado sobre el horario previsto, las órdenes de Basilea III, tremendamente nocivas para la banca española, que no para la estadounidense. Basilea III castiga las inversiones de la banca en industria.
Eso significa, por ejemplo, que La Caixa, propietaria del mejor y más grande grupo industrial español, tiene que vender, cuando no malvender, sus participadas. En el caso Repsol, por ejemplo, Caixa siempre tendrá la tentación de vender. De hecho, tanto la petrolera como Telefónica no figuran en la cartera de Caixa, como Gas Natural y Abertis, sino en la de Caixabank, como participaciones “listas para la venta”.
También nos cargamos la débil defensa de la españolidad de las empresas estratégicas con la eliminación de la acción de oro. Muy cierto: Alemania, Francia o Italia no necesitan acción de oro alguna: simplemente sus estratégicas son propiedad del Estado.
Insisto: nacionalicemos Telefónica, Repsol, Iberdrola, Endesa, etc. Santander y BBVA también, aunque por otros motivos. Digo por otros motivos porque un país, especialmente en tiempos de crisis, no necesita poseer grandes bancos, sino grandes industrias. No es posible pero da mucho gustirrinín pensarlo.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com
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