Izquierda Anticapitalista
La Universidad de Verano de Izquierda Anticapitalista concluye este sábado 27 de agosto con argumentos a favor de la ruptura con el marco constitucional y de una respuesta global contra el actual sistema, por encima de las fronteras. El mitin contó con las intervenciones de Raúl Camargo, Olga Rodríguez, Yorgos Mitralias, Olivier Besancenot y Esther Vivas.
El PP ha empezado a gobernar meses antes de las elecciones que prevé ganar. La reforma de la Constitución que ha pactado con el PSOE para limitar el gasto del Estado refuerza el carácter reaccionario de la Constitución de 1978. Esta reforma responde a los intereses de una minoría explotadora. Así lo explica Raul Camargo en el mitin final de la universidad anticapitalista.
Hay que trabajar desde abajo en favor de una asamblea constituyente y de una auténtica democracia. Si se convoca el referéndum que pretenden evitar, podrían perderlo. Eso haría más grandes las grietas del sistema.
El 15M, dice Camargo, es el gran acontecimiento que ha cambiado la situación política en el Estado español, porque ha abierto esperanzas verdaderas de cambio entre la gente. “Estamos en el 15M”, señala. “Queremos seguir escuchando a este movimiento” y “no lo queremos aprovechar”. Ahí ya se encuentran las semillas anticapitalistas. “Hay que construir una organización anticapitalista, solidaria, abierta, con espíritu crítico”, afirma, y por eso desea a todos los que se impliquen en ello “ánimo, inteligencia y fuerza”.
Yorgos Mitralias, impulsor del movimiento por la auditoria de la deuda griega, asegura que Europa vive una ola de movilizaciones impensable hace tan solo unos meses. Habla en favor de la coordinación de los indignados de todas las plazas e informa sobre un documento elaborado en asambleas de Sol y Syntagma. Un manifiesto por la democracia directa, por el control popular de la economía, para el que se pedirá apoyo en ciudades de todo el mundo.
Mitralias explica el carácter ilegítimo de la deuda que se quiere hacer pagar a Grecia y reitera la validez de uno de los mensajes más claros que proclaman a gritos los indignados de su país: “¡No debemos nada, no vendemos nada ni pagaremos nada!”.
La periodista Olga Rodríguez, implicada a fondo en la tarea de informar sobre los conflictos del próximo oriente, conocedora de múltiples aspectos de la sociedad egipcia, expone datos y argumentos en torno a la rebelión que consiguió acabar con el régimen de Hosni Mubarak y que hoy se esfuerza por detener la injerencia del exterior.
“No a la democracia importada”, es uno de los lemas que han calado más a fondo entre las indignadas e indignados egipcios. Los intereses del capital extranjero, advierte, dificultan la segunda fase de las revoluciones árabes. Las huelgas siguen, sin embargo, y el movimiento obrero es cada vez más fuerte, gracias a la combatividad de las trabajadoras. “Aquí estamos las mujeres ¿dónde estáis los hombres?”, dijeron quienes se atrevieron a ocupar una fábrica.
La intervención de la OTAN en Libia es, explica Olga Rodríguez, un obstáculo para la independencia de las movilizaciones en Túnez y Egipto.
Informa sobre la convocatoria de una acampada en Wall Street, para denunciar la dictadura de los mercados financieros. El 15M, según la periodista, “ha legitimado el sentimiento de que este sistema no funciona y que hay que cambiarlo, porque la democracia que tenemos no es real”. Hace un llamamiento al compromiso, a la militancia, hasta conseguir una respuesta contra el actual sistema, que traspase fronteras.
Y a esta segunda edición de la universidad de verano, acude de nuevo uno de los revolucionarios franceses más carismáticos, Olivier Besancenot, con el convencimiento de que entre unos y otros ya se está construyendo, de hecho, un partido anticapitalista europeo.
Da cuenta de batallas perdidas por los trabajadores franceses, opuestos al retraso en la edad de jubilación, pero asegura que la cólera social sigue presente.
Los países árabes han dejado claro que nos encontramos de nuevo en una era de revoluciones. Asistimos a un cambio histórico, marcado por la crisis económica, energética, social… por el declive de EEUU y Europa, la aparición de nuevas potencias…
Este verano, dice Besancenot, nos hemos dado cuenta de que el Estado ya no será una barrera de contención frente a la crisis. Han convertido las deudas de los bancos en deuda de los estados. Las políticas neoliberales de los gobiernos no son solo injustas, sino que alimentan la crisis, la agravan.
Una crisis estructural del capitalismo contra la que hay que oponer un gran movimiento de indignación europea. Una huelga general europea. Una movilización que hará nacer ideas y ha de aportar soluciones, porque el anticapitalismo, señala el excandidato del NPA, significa reparto de la riqueza. Desposeer al capital y nacionalizar la banca.
Las organizaciones de izquierda también están en crisis, pero hay que conseguir la confianza de la población con victorias parciales. Si no se hace así, quizás, indica Besancenot, la ira popular puede equivocarse de dirección y lanzarse contra los inmigrantes, por ejemplo. Hay que dar una perspectiva internacionalista al anticapitalismo, por encima de las fronteras, para devolver la esperanza a la gente.
Esther Vivas, de Izquierda Anticapitalista, recuerda que hace un año en esta universidad se reflexionaba sobre la necesidad de reforzar las luchas. “No podíamos imaginar que la cosa iría tan lejos”, reconoce. “Hemos dejado atrás la resignación”.
Rodríguez Zapatero dejará como último legado una reforma constitucional de urgencia en contra de los intereses sociales. Quizás, el triunfo electoral de la derecha española será inevitable, “pero no encontrarán un pueblo desmovilizado”, asegura Vivas.
Se ha puesto en marcha un estado de ajuste permanente, advierte, con el que se pretende infligir una derrota histórica al movimiento obrero europeo. Hace falta una respuesta continental. El internacionalismo es una necesidad.
Las manifestaciones convocadas el 15 de octubre a escala internacional han de ser tomadas como una prioridad. “Hay que hacer inevitable la convocatoria de una huelga general” y para ello hay que mantener la presión dentro de los sindicatos.
Vivas compara la política revolucionaria con una relación sentimental. “Lo peor que le puede pasar es la rutina”. Ratifica la voluntad de luchar contra el paro, pero dice que hay un mercado de trabajo que sí se debe flexibilizar, el de la política profesional, que se encuentra al servicio de banqueros y empresarios.
Recuerda las razones de las mujeres para sentirse indignadas, los efectos devastadores de las políticas neoliberales sobre el modo de vida en los barrios de la clase trabajadora, los desastres y amenazas sobre el medio ambiente, la discriminación que padecen los inmigrantes y a todo ello contrapone alternativas que sólo puede asumir la izquierda anticapitalista.
Es necesario romper el marco constitucional y con el falso consenso de la transición. Hace falta, dice, una izquierda política no profesionalizada, que se ha de ganar la credibilidad, aunque para una finalidad tan grande disponga de pocos medios. Ahora cobra todo el sentido el proyecto anticapitalista.
Lo mejor, concluye, está por venir.
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