Los últimos días han salido a la luz (y los medios les han hecho bastante caso,cosa sorprendente) varias noticias que desnudan las malas prácticas laborales y medioambientales de las mayores empresas textiles del mundo. Zara, H&M, Adidas y más han visto sus cuidadas imágenes salpicadas por la vergüenza de ser descubiertas amparando situaciones laborales de virtual esclavitud o empleando químicos tóxicos prohibidos en la fabricación de sus prendas.
Primero supimos de la investigación que ha iniciado el Ministerio de Trabajo brasileño contra tres talleres que fabrican ropa en exclusiva para Zara por jornadas de trabajo extenuantes, pagos irregulares de salarios, falta de seguridad e higiene en el lugar de trabajo, discriminación étnica e incluso trabajo infantil. No son casos aislados. El pasado mayo, la justicia brasileña liberó a 52 trabajadores bolivianos de una fábrica esclava de Zara. En este artículo de Tercera Información se cuenta todo con detalle. No se convierte uno en multimillonario preocupándose mucho de a quién encarga la fabricación de la ropa, ¿verdad, Amancio?
Luego supimos de la investigación de Greenpeace que descubrió que catorce multinacionales empleaban sustancias tóxicas en la fabricación de su ropa. Los técnicos de la ONG encontraron nonilfenol etoxilato (NPE), una sustancia prohibida en la UE por produce desarreglos hormonales, en dos tercios de las 78 prendas que analizaron y que habían sido recogidas en 18 países diferentes. Las marcas de la vergüenza son Abercombie & Fitch, Adidas, Calvin Klein, Converse, G-Star RAW, H&M, Kappa, Lacoste, Li Ning, Nike, Puma, Ralph Lauren, Uniqlo y Youngor. Aquí, todos los detalles del estudio de Greenpeace.
Y hoy mismo hemos sabido que 284 trabajadores camboyanos han sufrido desmayos esta semana en una fábrica textil de Camboya donde se producen prendas para H&M. Los trabajadores afirman que “sintieron un mal olor que salía de las camisetas” mientras que la policía achaca los desmayos a la “débil” salud de los trabajadores. Lo primero tendría que ver con el mal uso de químicos y lo segundo con las jornadas extenuantes. Sea cual sea la razón, la fábrica ha cerrado temporalmente y, dicen, están investigando lo sucedido.
Los abusos laborales de las multinaciones en las fábricas que subcontratan en países del tercer mundo y en desarrollo no son algo de ahora, como sabemos. Es una práctica generalizada y tan antigua como el capitalismo. La optimización de los beneficios y la competencia empuja a las empresas a contratar al proveedor más barato. Al no ser talleres propios, las marcas se desvinculan de los hechos y fingen ser pilladas por sorpresa. Hipocresía. Ellos saben que caminan sobre el alambre y cuando se caen culpan a la subcontrata, cambian a otra con similares riesgos, y a seguir vendiendo. Recordemos sonados casos como los suicidios en la enorme Foxconn, fabricante de los productos con mejor imagen del mundo, los gadgets de Apple.
Para quien no haya tenido ocasión, recomiendo la lectura del libro ‘No Logo’ de Naomi Klein, la mejor investigación-denuncia de cómo se comportan las marcas en su relación con las fábricas en países en desarrollo. Y en cualquier caso, tomar nota de quiénes ganan dinero a costa del sufrimiento de trabajadores esclavizados no sería mala idea de cara a la próxima compra…
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