Sonrisas de Bombay

martes, 16 de agosto de 2011

Muchas voces, un clamor

"El próximo curso no empieza"

Unos 800 profesores participan en una asamblea convocada por los sindicatos para iniciar movilizaciones por los recortes en educación 

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Cuando la Comunidad de Madrid lanzó su ataque contra la educación pública -con total alevosía- en pleno mes de julio, seguro que no contaban con una reacción como la de hoy. Después de años de deterioro -paulatino y lento, pero también eficaz- de nuestro sistema de enseñanza, están tan habituados al silencio que les tiene que haber sorprendido el clamor de estos días. Un clamor que empieza a dar sus frutos en prensa (necesitamos que los medios nos apoyéis, cuando menos, desde el punto de vista de la difusión: no os pedimos que estéis de acuerdo, pero sí que fomentéis el debate educativo) y que esta mañana se ha materializado en el abarrotado salón de actos del IES Beatriz Galindo de Madrid.


Han sido muchas voces las que se han oído, siguiendo el ejemplo de las asambleas del ya modélico 15M, dejando que todos opinásemos, escuchásemos y reflexionásemos sobre lo que nuestros compañeros querían decir. La rabia, la tristeza y el dolor se han materializado en un sobrecogedor minuto de silencio por el fallecido director del IES La Paloma, que sufrió un ataque al corazón la misma noche en que había tenido que prescindir de 40 profesores de su centro.

Las propuestas han sido múltiples, pero más allá de la diversidad de opiniones, sonaba una voz común, general, atronadora, una voz que alerta contra la privatización de la educación pública que se está llevando a cabo en Madrid. Una voz que clama:

- contra aulas con cuarenta alumnos -pues así serán las del curso próximo-,
- contra centros sin orientadores para atender a los chicos y a sus familias -pobres de quienes no puedan pagarse psicólogos y ayuda privada externa-,
- contra la supresión de las esenciales tutorías de la ESO,
- contra un recorte tan insensato del cupo que nos obligará a dar materias que ni siquiera dominamos (¿no buscaban algo que llamaban excelencia?),
- contra los 3000 puestos de trabajo que se pierden (despido masivo que la consejería madrileña niega),
- contra los 1600 funcionarios en expectativa que hoy no han obtenido un lugar de trabajo en la adjudicación informática de centros,
- contra la supresión de plazas en EOI, Conservatorios y Artes Escénicas, haciendo que estas enseñanzas sean privilegio de unos pocos,
- contra la eliminación de desdobles y refuerzos, evitando que sea posible la atención a la diversidad,
- contra la supresión de horas para realizar actividades extraescolares, acabando con la vida y el dinamismo de los centros, etc.

En cuanto a las medidas, han sido muchas las propuestas lanzadas, así que trataré de sintetizar las que considero fundamentales o, cuando menos, más generalizadas:

- Huelga: se ha discutido su oportunidad y su fecha, con dos opciones claras, o bien el 1 y 2 de septiembre, o bien el 14 para impedir que comience el curso.

- Visibilidad: se propone que todos luzcamos la camiseta a favor de una escuela pública en los actos que se convoquen; que se hagan sentadas y caceroladas determinados días de septiembre ante la Consejería; que se lance un grito mudo en todos los centros madrileños el mismo día; etc.

- Concienciación: se insiste en lo importante que es comunicar la gravedad de lo ocurrido a los padres y a los alumnos. Todos coincidimos en que esta no es una lucha de los profesores, sino una lucha que nosotros iniciamos pero a la que esperamos que se sume toda la comunidad educativa, porque el problema no son dos horas lectivas de más, el problema es que queremos dar clase en unas condiciones dignas para nuestros alumnos. Unas condiciones que permitan atender a la diversidad, personalizar la enseñanza y, sobre todo, lograr esa calidad -esa igualdad de oportunidades- que debe perseguir la educación pública.

- Información: se habla de lo importante que es seguir estando presente en redes sociales (Twitter, con el hashtag #profesoresinEsperanza, por ejemplo) y de otro tipo de iniciativas como el envío de e-mails o incluso de tarjetas postales (una por alumno y por profesor, tal y como se ha hecho en algunos centros), y se comenta que es preciso reunir a los padres en cuanto comience septiembre para que sepan qué está pasando exactamente.

- Dimisión o renuncia: se propone que dimitan en bloque los equipos directivos -el miembro de uno de ellos lo hace en el mismo instante en que pronuncia su discurso ante la asamblea- y también que los tutores y jefes de departamento se nieguen a asumir esas funciones. También hay quien aboga por comenzar "un curso de mínimos", empleando de modo realista los medios existentes y sin hacer los excesos que se nos van a exigir a padres, alumnos y profesores.

En cuanto al tema de la huelga, llama la atención que todos volvemos una y otra vez al mismo punto: no queremos perjudicar a los alumnos. Me hace gracia que este gremio de "vagos e indolentes" que somos -según algunos medios- no pueda dejar de pensar en lo único que da sentido a nuestro trabajo: los chicos. Y por eso, supongo, la propuesta del 1 y el 2 queda prácticamente aparcada. No hay consenso unánime pero parece obvio que la idea es hacer una huelga bien explicada a partir del 14. Una huelga activa, en la que además de exigir respuestas y medidas consigamos reivindicar el valor, la necesidad y la calidad de la educación pública, donde hay mucha más excelencia y potencial del que quieren hacernos ver.

La medida más concreta es convocar una nueva y definitiva reunión a finales de mes: 30 o 31 de agosto y pedir a todos los docentes que intentemos estar al tanto en las webs de los sindicatos, en los blogs educativos, en Facebook, en Twitter..., que sigamos en contacto y no nos desvinculemos para ir dando forma a ideas que llevar a esa nueva reunión, donde es obvio que el tema de la huelga será el gran protagonista. Además, se insiste en la necesidad de trabajar desde la base, es decir, de conseguir que cada centro tenga su asamblea y que se genere un tejido informativo en el que todos tengamos voz y estemos implicados activamente.

Tras más de cuatro horas de reunión, hemos terminado agotados y acalorados -en el sentido literal y metafórico, pues no cabíamos: había casi trescientos compañeros fuera de la sala donde se celebraba el acto-, pero también -confieso- hemos salido convencidos de que somos muchos los que no estamos dispuestos a callar. Muchos los que estamos decididos a plantar batalla. Muchos los que queremos unir a padres, alumnos y profesores en un mar común contra la pérdida de un derecho que ha costado mucho esfuerzo conseguir. Un derecho que, de seguir así, quedará relegado solo a aquellos que puedan costeárselo.

Triste, eso sí, que este tema -el educativo- solo haya interesado a algunos medios: TVE, El País, El Mundo y Público. El resto siguen mirando para otro lado mientras en Madrid se desmantela la educación. Y esto, por cierto, no es más que el principio de algo que, si no lo paramos, se contagiará pronto. Algo que nos incumbe a todos, pues destrozar la educación pública es destrozar la posibilidad de un mañana mejor.

 

 

 

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